Boca tiene un duro compromiso frente a su clásico rival. Si bien el entrenador xeneize aún no encontró el equipo, el hincha le exige no repetir la historia de los últimos partidos de visitante.

Hace años que el conjunto de la ribera viene cometiendo un grave error a la hora de visitar a River en el Monumental: desde lo futbolístico siente que tiene que tomar recaudos, hasta de manera exagerada, mostrando pocas veces intención de ser protagonista.

Las estadísticas dicen que desde la temporada 2017/18, cuando Boca le ganó a River por 2 a 1 con tantos de Edwin Cardona y Nahitan Nández, pasaron 5 clásicos jugados en condición de visitante: el Único Grande ganó uno, empató otro y perdió el resto. Sin embargo, lo que el hincha de Boca recuerda a lo largo de esos partidos es que, al margen de los resultados, el equipo nunca salió a tratar de superar a su rival desde el comienzo.

Luego de aquellas victorias correspondientes a la época de Guillermo Barros Schelotto como DT, que también incluye el 4-2 con los recordados goles de Carlos Tevez a fines de 2016, llegó la época de la cautela en Núñez. En el 2019, Boca, de la mano de Gustavo Alfaro tuvo dos compromisos: el primero, por la Copa de la Superliga cuando empató 0 a 0 con Franco Soldano jugando de volante por derecha. Aquella tarde se vio a un Boca cuidadoso, como era habitualmente con ese entrenador, que supo aguantar el partido de manera retrasada. El resultado dejó conforme a más de uno, ya que le permitió seguir con vida en el campeonato que luego ganó de la mano de Miguel Russo.

Pero esa sensación positiva cambió cuando el duelo fue por la semifinal de ida de la Copa Libertadores del mismo: el 0-2, que quedó corto por el trámite del encuentro, golpeó demasiado al hincha que no pudo ver a su equipo de igual a igual en una competición tan importante.

Hubo que esperar dos años para ver nuevamente a Boca en el Monumental: Sebastián Battaglia tenía pensado un partido de igual a igual, pero la expulsión a los 15 minutos de Marcos Rojo hizo que tenga que sacar a Cardona del equipo, priorizando los ágiles arriba para intentar contragolpear y meter en cancha a Carlos Zambrano para reforzar la línea defensiva. Esto provocó una derrota por 2 a 1 con un resultado que pudo ser mucho más amplio, de hecho el equipo xeneize descontó en el último minuto casi sin generar chances de peligro.

En el 2022 el resultado cambió: con aquella recordada camiseta amarilla, que tanta polémica generó en la previa, Boca le ganó a River por 1 a 0. El marcador fue positivo, pero la intención, que marca el foco central de estas líneas, siguió siendo la misma: un Boca conservador que jugó de contragolpe y que en este caso fue efectivo a través del colombiano Sebastián Villa, quien durmió a Leandro González Pirez y facturó. El planteo no conformó, pero el resultado tapó la poca intención de ser dominador.

Por último, el recuerdo más latente fue aquel partido dirigido por Jorge Almirón, quien plantó una defensa de 5 jugadores con Advíncula y Barco limitados a la hora de proyectarse, demostrando de manera temprana la sensación de sentirse menos que su rival.

A pesar de que en el partido dominó el 0 a 0, River fue superior y, con un muy dudoso penal cobrado por el árbitro Darío Herrera, terminó imponiéndose por la mínima gracias al tanto de Miguel Borja. Tiempo después se desató una verdadera batalla en el campo de juego que terminó con varias expulsiones.

Diego Martínez y su filosofía de ser protagonista, que hasta ahora poco se vio en Boca, tendrá la chance el domingo de cortar esa racha. Con equipos inferiores, como Tigre y Huracán, supo ganarle a River varias veces en Núñez. Ahora, en el compromiso más relevante de su carrera como DT, tendrá el desafío de repetirlo. ¿Podrá?