Boca regaló un tiempo en cancha de Banfield. Se fue al descanso perdiendo 1-0 y mostró una imagen que no coincide con lo que exige y demanda su camiseta.

En el entretiempo, el DT metió mano y el equipo mejoró de manera automática. Ojo, tampoco nos confundamos, porque no fue una luz ni desplegó un fútbol total, pero hizo lo que debería hacer siempre, más allá de cualquier resultado de turno: plantarse e intentar jugar.

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Entonces, es acá donde toma fuerza y se impone la pregunta que se escucha a diario en cualquier conversación entre bosteros que analizan objetivamente el presente futbolístico de los nuestros: ¿por qué no juegan los que mejor están?

Podemos pasar un rato largo hablando de fútbol, de esquemas, de si a este equipo le sienta mejor el 4-4-2 o el 4-3-3, de esto y de lo otro. Pero si en cancha no vemos a los que realmente hacen méritos para ser titulares y sumar minutos, todo será en vano. Es la hora, es la hora…