Lo primero que tengo para decir es que ojalá estás líneas envejezcan mal y la situación se de vuelta. Pero es bastante complicado ilusionarse a futuro si te hacen dos goles en menos de 20 minutos del primer tiempo y te embocan otro más a los 40 segundos del complemento.
Este domingo en La Bombonera vimos todo lo que no queremos ver de un equipo que defiende la prestigiosa camiseta de Boca: un entrenador sin ideas, errores colectivos que cuestan caro, jugadores a media máquina y la sensación de que viene cualquiera a nuestra casa y nos complica.
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Hace rato que la cosa no anda del todo bien, más allá de algunos resultados positivos que maquillan la situación. La realidad marca que el Xeneize no tiene identidad futbolística, el técnico está un tanto desorientado -sobre todo en la elección del esquema y los nombres propios- y algunos de los que cuentan con el privilegio de calzarse nuestros colores no logran entender la oportunidad que están desperdiciando.
El fútbol, un especie de rueda, se trata de momentos y quien pretenda ganar siempre no sabe de qué va esto. Pero las formas importan, porque el prestigio que consiguió Boca es demasiado grande como para llevar varios meses sin saber a qué se quiere jugar. Por eso, en la antesala de una nueva Copa Libertadores, la ilusión máxima que tenemos por acá, la pregunta que nos invade la cabeza: ¿no es momento de dejar la improvisación de lado para darle lugar a algo un tanto más serio?