Cuando el primer tiempo parecía irse sin goles, apareció Marcelo Cañete y marcó el 1-0 final. Boca le ganó al Melbourne Victory, mostrando muy poco fútbol.
El comienzo del partido mostró a dos equipos muy imprecisos, que se prestaban la pelota y tenían a sus líneas muy separadas. A pesar de esto, el conjunto de Borghi siempre intentó mantener la pelota al ras del piso, aunque no faltaron los pelotazos intrascendentes desde la defensa.
Los tres del fondo no encontraban pase en los volantes y todo terminaba en la búsqueda aérea de alguno de los hombres de ataque. Méndez y Erbes no aparecieron para llevarle la pelota a Cañete, que tuvo que pelearla más de lo habitual para conseguirla.
Melbourne Victory estuvo muy cerca de abrir el partido: Muñoz despejó el peligro, tras un centro atrás, cuando Lucchetti ya había quedado en el camino. El equipo australiano no mostró mucho más y dejó ver sus limitaciones en todo el terreno de juego.
Por partes se vio un encuentro un poco picado, bastante caliente. Erbes le entró duro a un rival (vio la amarilla) y generó un clima bastante hostil. El conjunto Xeneize no encontraba el rumbo y esas reacciones eran muestra de disconformidad e impotencia.
Sin lugar a dudas, el personaje del primer tiempo fue Marcelo Cañete. A los 12 tuvo un disparo desde lejos que se fue por arriba del travesaño. Insólitamente, más tarde chocó con el árbitro y tuvo que estar 5 minutos afuera porque su rostro no paraba de sangrar.
Pero la película no terminaba ahí: cerca del cierre de la primera etapa, se llevó de guapo la pelota y, tras dejar desairado a un defensor rival, definió de zurda para romper el cero.
Inmerecidamente, Boca se fue al descanso en ventaja.
El segundo tiempo empezó con el conjunto Xeneize como dominador, presionando bien arriba y manejando la pelota. A los tres minutos, otra vez apareció el “Chelo” Cañete mano a mano pero el arquero desvió al córner.
Esa presión de Boca para ir arriba y manejar las cosas con claridad duró sólo diez minutos. Luego se volvió a la imprecisión que reinó en los primeros 45 minutos, en especial luego de que Borghi reemplazó a Cañete por Nicolás González. Faltó alguien que maneje la pelota y con lo que tuvo el Melbourne Victory se animó, aunque mostró sus limitaciones y no generó demasiado.
Cada vez se jugó menos al fútbol, el encuentro estuvo lejos de ser amistoso y se pegó demasiado. El árbitro, para colmo, hizo poco por frenarlo.
Boca no tenía la pelota y hacía mucho no se arrimaba al área rival. Sobre los 38, tras una fuerte falta sobre Nicolás Blandi, cayó al área un tiro libre en forma de centro, intentó Muñoz pero remató de forma muy débil.
Cinco minutos después, el pibe Sergio Araujo, ingresado un rato antes por Pablo Mouche, mostró un destello de su gran calidad. Dejó dos en el camino, pisó el área y le pegó. Se fue apenas desviado. Es cierto que tenía dos compañeros en mejor ubicación quizá, pero fue muy buena la intención.
El encuentro terminó. Boca no mostró el mismo nivel que frente a Palmeiras ante un rival de menos jerarquía y mucho más limitado. Una muestra de que hay que seguir mejorando, hoy el Xeneize fue Cañete y diez más.