Tras su salida de Boca, ahora mira hacia el mercado europeo.
Pese a algunas diferencias, los mandatos de Jorge Amor Ameal y Daniel Angelici tienen puntos en común. Tanto en una dirigencia como en la otra, se produjeron los regresos de varios exjugadores aunque en un rol totalmente diferente.
Dentro de los casos más conocidos podremos nombrar a Rolando Schiavi o Sebastián Battaglia como entrenadores de la Reserva y otro de los ejemplos más puntuales es el de Nicolás Burdisso, quien ocupó el cargo de director deportivo durante el 2019, periodo en el que se daba la dirección técnica de Gustavo Alfaro.
Luego del cambio de comisión directiva, el exdefensor decidió no continuar en el club de la Ribera y actualmente está a la espera de nuevas ofertas. En una entrevista con “90min”, recordó sus tiempos como jugador y a la vez, lo vinculó con la posibilidad de retornar a dichas instituciones italianas:
“Me gustaría. Sé que es cuestión de tiempo, no lo pongo como una obligación o necesidad. Yo sé que voy a terminar trabajando en el fútbol italiano, por tener una credibilidad a nivel mundial y en ese país. Estoy convencido que hay puntos que no se tocaron nunca y me gustaría poder cambiarlo”.
Gran parte de su carrera la hizo en clubes como Inter y Roma, dos de las potencias a nivel europeo. Si bien, resaltó la grandeza de ambos, encontró algunas diferencias entre una etapa y la otra:
“Fueron situaciones diferentes. En ambos jugué cinco años y la misma cantidad de partidos, pero con dos realidades diferentes. En Inter jugué de lateral izquierdo, de lateral derecho, de central y hasta jugué de volante central. Era una competencia diaria por jugar el fin de semana, en un vestuario feroz e internacional en el que aprendí lo que es la élite del fútbol mundial. Yo venía de Boca y me tuve que acostumbrar a esa realidad”.
Puntualizando el conjunto de la capital, rememoró:
“Cuando llego a Roma, ya con 28 años, quería afianzarme y sostenerme como marcador central, que sabía que era donde mejor podía hacerlo. Me llamaron por lo que yo podía darle como jugador y persona. Fueron cinco años casi mágicos, en los que pasé situaciones difíciles como cuando me rompí la rodilla jugando en la Selección”.