Boca perdía 2-0, pero lo igualó 2-2 en el complemento. Caruzzo en contra y Gerlo metieron los tantos del Cervecero, Palermo y Chávez lo empataron.

El partido empezó con muchas imprecisiones, sobre todo del lado de Boca. Al equipo de Julio César Falcioni le costaba tener el balón y Quilmes estaba unos metros más adelantado, aunque tampoco generó chances en los primeros minutos.

La primera ocasión estuvo del lado boquense: a través de un pelotazo de Nicolás Colazo que recibió Pablo Mouche, quien ganó en velocidad a su marca y ensayó un zurdazo cruzado que se fue cerca. El Xeneize poco a poco empezaba a jugar más en campo rival, pero sufría defensivamente cuando el Cervecero lograba tener la posesión.

Al rato de aquella posibilidad de Mouche, Matías Caruzzo punteó un tiro de esquina y el arquero Emanuel Trípodi reaccionó muy bien para desviar el intento. Boca era superior, pero las inseguridades de la última línea deban vida al local. Por ejemplo a los 26, cuando Caruzzo no se entendió con Cristian Lucchetti y metió el cabezazo que se convirtió el gol en contra.

Después del tanto Quilmes se agrandó, la formación de Falcioni no tuvo reacción, nunca volvió a llegar en esa parte inicial y la defensa seguía dando todas las ventajas posibles. Otra vez de arriba, sobre los 42, Lucchetti salió mal y Danilo Gerlo apareció solo, sin ninguna marca, y puso el 2-0.

Dos goles abajo, en el complemento Boca jugó en campo rival, pero no tuvo claridad y prácticamente no hilvanó jugadas de ataque. El dueño de casa esperaba agazapado el contragolpe, consciente de las ventajas con que contaba. Hasta que se iluminó Martín Palermo a los 17, que sacó un zurdazo fortísimo desde afuera del área que clavó en un ángulo que significó el descuento y algo más: igualó a Sanfilippo.

Y con otro remate de media distancia, ahora de Cristian Chávez cuatro minutos después, llegó un empate por el que el Xeneize había hecho poco en la parte final. La esperanza revivía. Y Boca tuvo posibilidades de ponerse en ventaja, por ejemplo con un cabezazo del Titán que se fue por arriba.

El partido estaba para cualquiera, porque el huésped iba a buscarlo, pero seguía teniendo inseguridades atrás. Pero nadie tuvo la puntería necesaria, Boca siguió teniendo chances pero Ricardo Noir pecó de egoista en más de una casión.

El empate fue un resultado con sabor a poco si tomamos en cuenta la ilusión de llegar a la Sudamericana, pero el cuadro de Falcioni está vivo en esa lucha.