El volante tuvo un fuerte choque durante la final en San Juan y apareció en silla de ruedas tras su regreso a Buenos Aires.
Diego González dejó todo y más. Ingresó en el segundo tiempo y a los pocos minutos de descuento, se jugó todo para tapar un remate de Martín Payero que iba directo al arco de Esteban Andrada. Con mucho dolor y hasta lágrimas en los ojos, fue atendido por los médicos en la cancha. Salió con grandes dificultades para caminar y no volvió a ingresar: vio el final y la definición por penales, tirado a un costado.
En la celebración se lo vio con una bota y tras los festejos junto al equipo, pasó por una clínica para realizarse algunos estudios. “Hicimos una placa y el doctor la vio pero tenemos que ver cómo sigue en estos días para hacer o no otro estudio. Todavía no podemos dar algo que no se vio. Estoy tranquilo, en buenas manos si toca recuperarme, tengo muchas ganas de hacer la pretemporada. La confianza la tengo”, dijo este lunes al llegar a Buenos Aires, en silla de ruedas.
Desde la cancha, mientras sus compañeros festejaban, el Pulpo admitió: “Si me preguntás si volvería a poner la pierna para tapar a ese remate, por esta camiseta, lo volvería a hacer. No me importa irme lesionado, hoy, mañana y siempre por el club”. Además mostró su alegría por conseguir su primer título en el club, agradecido por la confianza y sentenció: “No hay cosa más linda que el cariño que recibo día a día de la gente de Boca”.
Así llegó a Ezeiza: