Los dos amistosos de verano dejaron sabor a poco. El equipo se despertó de a ratos, pero no mostró una buena versión. El funcionamiento colectivo volvió a ser la gran deuda y lo mejor se vio cuando aparecieron las individualidades. De todos modos, el análisis no debe ni puede ser tremendista ya que en pocos días habrá una nueva final en juego para el actual bicampeón del fútbol argentino.
Con Juan Román Riquelme dentro de la delegación, y con varios juveniles que quieren seguir escribiendo su historia personal dentro del club, Boca ya está en viaje hacia a Abu Dhabi, donde el viernes definirá la Supercopa Internacional ante Racing. El armado de este torneo puede ser un tanto desprolijo y sin sentido, pero cuando hay un trofeo en el medio las excusas quedan a un lado y prima la obligación de competir por el mismo.
El equipo de Hugo Ibarra empezará la nueva temporada de la misma manera que cerró la anterior: jugando un partido decisivo que puede significar una estrella más (la número 74) para el escudo. Con lo bueno, con lo malo, con los aciertos y con los errores, el Único Grande está ahí, en la pelea, mientras otros deben conformarse con verlo por televisión.
“Boca está para lo que requiere siempre una institución así: tratar de competir en todas las competencias que vamos a encarar“, declaró el paraguayo Óscar Romero en las últimas horas, dejando en claro cuál es el sentir que hay puertas adentro. Que los protagonistas entiendan de qué va esto siempre es bueno.
Con la misma ilusión de siempre y con el deseo de que los jugadores estén a la altura de la camiseta que une a millones en el mundo, el grito de cara al choque contra La Acadé es uno solo: ¡cueste lo que cueste!