En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, la vuelta de Boca y lo que nos genera despues de meses sin verlo.

En medio de la cuarentena escribí:

alGOLitmos

Malditos algoritmos

que la mayoría de las veces nos hacen ver siempre lo mismo.

Lo relacionado con lo de antes, sin permitirnos

conocer algo nuevo. Menos que menos elegir.

Malditos algoritmos. Pero benditos

si es que me hacen ver, entre varios cuadritos

esos que son azul y amarillo.

Porque es así.

La lista de reproducción reproduce videos en azul y oro.

Como si el destino manejara los hilos y no un código binario.

Y en ese momento, aparecen videos

momentos buenos y de los que no, como si se transformasen en “alGOLitmos”.

Pero en definitiva apareces vos Boca.

Y esa es la mejor noticia, en un mundo agrisado, la mejor recomendación,

La del recuerdo imborrable,

ese lugar, ese refugio donde siempre volvemos para sentirnos un poco mejores.

(Un poco) más vivos, menos solos.

Y mucho más esperanzados, de que el domingo en que vuelvas

la felicidad estará sentada con nosotros, como antes, como siempre.

Porque en definitiva siempre estás Boca. Siempre vas a estar.

Siempre, siempre, siempre vamos a volver a vos Boca.

Reproduciéndote en los videos, en los recuerdos, como en las estrellas en nuestros pechos.

Juanjo – 25/6/2020 – 0:34

Si estos meses hubiesen sido un tango, un canto a la nostalgia, una reproducción una y otra vez de una canción, podría haber sido “Esperar” de Enrique Santos Discépolo. Podríamos haber cantado una y otra vez: “Siento, que es tuya mi esperanza/ -embrujo que es el ansia de mi corazón-/ Sueño, que está sobre mi vida / como una prometida caricia de amor.”

Es que seis meses y tres días después del último partido; o seis meses y siete días después del último partido de Copa, volvemos a verte Boca.

La espera se hizo larga, casi infinita. Si las cosas tristes pasan más lentas, el corte de un festejo que pintaba para alargarse por semanas fue un baldazo de agua helada. Estábamos contagiados de una buena vibra, que hacía tiempo no se percibía, hasta que se frenó todo por los otros contagios. Los que se cuentan de a miles y causan la muerte. Los que nos encerró como nunca, pero sobre todo los que nos impidieron de hacer las cosas que más nos llenaban. Sí, los contagios que nos impidieron contagiarnos de dosis de vida, de alegría, de sentimiento, de pasiones… De Boca.

Así fuimos rehenes de redes sociales en donde los challengs con papeles higiénicos como si fuesen pelotas intentaban calmarnos; nos distrajimos en programas especiales de ídolos o con curiosidades que le ganaban al contenido goleador; nos fuimos al baúl de los recuerdos de Internet, para recordar buenos momentos. Festejamos salidas de ropas nuevas, con nuestros colores, como si fuesen una estrella más. Empezamos a seguir desde nuestros teléfonos, a toda cosa azul y amarilla que se nos cruzara, no importaba si era de Boca o de algún club bielorruso que jugase el primer partido en meses.

Empezamos a entender cada vez más el porqué de la importancia de los torneos de Verano, o los de invierno en la Patagonia, cuando Boca paseaba por todo el país a lo campeón y no buscando volver a una categoría. Empezamos a jugar con la memoria; hicimos un repaso de los goles de Martín, fuimos anticipando los festejos más locos de Palermo; vimos la película de Román como si estuviésemos en el mejor cine, y empezamos a ver cada vez con más desconfianza las supuestas soluciones a una pandemia inaudita e inusual.

Nos ilusionamos y amargamos con la misma intensidad ante tanto amague de volver a disfrutar de partidos; empezamos a ver con total normalidad estadios con pantallas y reproducciones de hinchas desde sus casas, esperando la “vieja normalidad”. Nos empezamos a preocupar, porque de ser así no sería lo mismo. Nuestra casa, donde nos sentimos mejores es La Bombonera. Pero empezamos a dar el brazo a torcer y decir que si era así estaba bien. Hay que priorizar -siempre- la salud, pero también nuestra salud mental. Para eso, debíamos volver a sentir que el corazón latía de manera especial. No por una enfermedad, si no por estar enfermos de Boca y por Boca.

Nuestros malestares empezaron a irse cuando podría ser una realidad. Cuando empezamos a tachar los días del calendario en cruces azules y amarillas, esperando otro tipo de antídoto para nosotros Porque nuestro caso es muy especial, no hay vacuna ni nada que se le parezca que pueda curarnos. Tampoco queremos hacerlo. Porque nuestro remedio aumenta lo que nos pasa. No hay ciencia que pueda explicarlo, ni cura para tanta pasión.

Hace una semana que empezamos a estar más nerviosos que de costumbre. Dormimos menos, nos distrajimos más.  Hace siete días, desde que empezó la cuenta regresiva, que entendimos que ya estaba cerca la vuelta. Que no solamente usaríamos las camisetas para apaciguar la espera, si no para estar alentando a la distancia. Como pasó con nuestros seres queridos desde que el mundo se aisló desde marzo, y ahora con una de las cosas que más queremos en el mundo y que no veíamos desde ese mes.

Son tiempos raros. Donde se pasan cánticos por chats; se discute en foros de redes sociales, como si se estuviese en un bar; la radio cumplió cien años y no podemos llevarla a la cancha, pero nos volverá a traer esos tiempos de la infancia donde Boca se esparcía por toda la casa; sonarán las trompetas por alguna aplicación; estaremos haciendo video llamadas para estar abrazándonos con quienes compartimos las cábalas; nos sentiremos cerca, por más que no lo estemos; quienes crean y no cambiarán el destino del rezo por 90 minutos: de pedir que salga la vacuna y nos cure el cuerpo, para que Boca meta un gol y nos cure el alma.

Porque hoy vuelve Boca. Hoy volvemos, por más que nunca nos hayamos ido. Hoy volvemos a alentarte Boca Juniors querido. Nos enfrentamos a Libertad, para sentirnos libres por un rato. Sabiendo que falta para volver al estadio, pero sabiendo que todo lo que estamos pasando es necesario. Hoy nos dejamos llevar por la importancia de la vuelta, a días de haberfestejado los 43 años de la primera de nuestras vueltas más importantes.

Dejaremos para otra vez la discusión sobre el jugar o no, si hubiese hecho falta que vuelvan los partidos en este año, que por la mayoría de las cosas será siempre para el olvido. Ya hablaremos de los positivos y de que nos dimos cuenta, en este 2020 que la salud está por encima de todo.

Ya hablaremos de las cosas que podemos obviar, para estar todos sanos. Pero era muy necesario estar un poco mejores.

Porque la verdad es que podemos vivir varios meses sin Fútbol…

Pero no podemos vivir sin Boca.