Hoy nos levantamos diferentes porque empezó la semana más linda de todas. No hay nada igual a los días previos al Superclásico. Renovamos la ilusión y en nuestra cabeza ya se va jugando el partido. Imaginamos resultados, goles, desenlaces. En la previa pedimos algo más que los tres puntos: no toques nada Fernando, que así la cosa parece andar.
A Marchesín le llegan poco, pero responde. Una línea de cuatro defensores, con dos zagueros a la altura (Battaglia y Rojo) y dos laterales (Advíncula y Blanco) que, lejos de su mejor versión, pueden lastimar en ataque. En el medio, dos creativos (Zenón y Palacios) y dos de despliegue y quite (Delgado y Belmonte). Y arriba, como manda la historia, dos de punta (Cavani, Merentiel o Giménez). Equilibrio puro. Todo tal cual nos enseñaron nuestros grandes maestros disfrazados de entrenadores.

Gago conversa con Advíncula, uno de los que podría ser titular ante River. Foto: Getty.
El triunfo en Córdoba contra Belgrano y el segundo tiempo frente al Pincha en La Bombonera nos invitan a soñar. No solo por algunos destellos colectivos e individuales, sino porque cuando se simplificó el plan táctico y estratégico todo fue para mejor. Tenemos con qué plantarnos en Núñez. Tenemos con qué para jugarles de igual a igual. Y, por supuesto, tenemos con qué para ganarles allá como tantas veces a lo largo de la historia.
La tristeza de lo sucedido en la Copa nos acompañará un tiempo más, pero si hay algo que pueda aliviarla es lo que nos jugamos el fin de semana en cancha de ellos. Por eso, estas humildes líneas, que quizá coincidan con el pensamiento de varios, solo piden personalidad, carácter, juego e inteligencia de todas las partes tras el silbatazo inicial del árbitro.
Vaya al frente, Boca.

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