Quiero hablar de Miguel Merentiel, pero me cuesta. No porque él no reúna los condimentos necesarios como para dedicarle varios párrafos, sino porque no sé por dónde empezar.
Sin ánimos de exagerar, creo que tiene todos los ingredientes como para ser un jugador “a lo Boca”. Ese con el cual el hincha puede sentirse identificado y encontrar un faro en medio de tantos tipos que le juran amor a la camiseta y a la primera de cambio se van.
Casi que ni se le conoce la voz. Llegó hace varios años, aportó una buena cuota goleadora y se entregó por completo hacia los colores. Es perfil bajo, no le da tanta importancia a las redes sociales, no tiene tatuajes, ni usa aritos. Como si todo esto fuese poco, fue uno de los que tuvo la grandeza para pedirnos perdón por bajar el nivel en determinado momento. Para algunos serán datos intrascendentes, pero para quien escribe valen fortuna.

Merentiel, el alma de Boca en este Mundial de Clubes. Foto: Getty.
La Bestia tiene lo justo y necesario como para ganarse el respeto y el respaldo de la tribuna: personalidad. En las bravas se agranda más. No le escapa a la responsabilidad de ser el 9 de Boca. Por eso, los aplausos, las ovaciones y el “¡u-ru-guayo!” cada vez que convierte.
No hacían falta los goles contra el Benfica y el Bayern Múnich para comprender que este tipo jamás nos va a dejar tirados. Con lo ocurrido en Córdoba ante River, hace algunos meses, ya alcanzaba. Soy de pensar que, pese a lo contaminado que está el fútbol, el hambre de gloria todavía existe en futbolistas como Merentiel.
La gente de Boca, que invadió Miami y le mostró al mundo de qué está hecho este club, merece la clasificación a octavos. Merentiel, también. Nos queda una vida. Nos queda una bala. El número 16 juega para nosotros y ya avisó: “A la gente le digo que crea, vamos a ir hasta el final”. No queda otra que hacerle caso, se lo ganó.
Video | El gol de Merentiel al Bayern desde la tribuna

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