Nadie gana siempre. Es verdad que el fútbol, normalmente, es más pérdida que ganancia en términos de resultados. Se puede trazar un paralelismo con la vida misma. En algunas ocasiones transitamos momentos de felicidad plena. En otras, esos momentos son pésimos. Lo importante es saber gestionar ambas situaciones. Boca está en crisis y es innegable. Los encargados de conducir el club están obligados a saber transitar y, sobre todo, superar el fracaso. La elección de un entrenador no solucionará todos los problemas, por supuesto, pero Gustavo Quinteros cumple con muchos requisitos para este equipo carente de identidad y espíritu. Apuntar a su figura como DT debe ser la primera buena decisión, que debe estar acompañada por varios gestos que aquí vamos a desarrollar.
Los pergaminos de Quinteros son varios. Empecemos por lo más reciente: es el último entrenador campeón de la liga del fútbol argentino. Asumió en Vélez a fines de 2023 y apenas 5 meses después llevó al equipo a la final de la Copa de la Liga 2024, donde cayó por penales ante Estudiantes. En diciembre pasado logró consagrar al equipo en la Liga Profesional. El mismo año lo condujo hasta la final de la Copa Argentina y también disputó el Trofeo de Campeones. Fueron cuatro posibilidades de títulos en apenas 12 meses. Todo con un plantel similar al que, más atrás, peleó por no descender y con el que, más adelante, Sebastián Domínguez no pudo siquiera ganar un partido por el torneo local.

Gustavo Quinteros, campeón con Vélez. (Getty)
Es un DT capaz de adaptarse a las características de los jugadores que recibe (y no al revés) y los ubica donde mejor rinden. Nada de invenciones. Siempre, lógicamente, imprimiendo un sello propio. En el Fortín exprimió lo mejor de jugadores como Braian Romero, Francisco Pizzini, Valentín Gómez, Claudio Aquino, Agustín Bouzat o Damián Fernández. Forma equipos ofensivos y de mucha tenencia de la pelota, pero que no tienen problemas de ser ordenados cuando la posesión le pertenece al rival. Ese Vélez fue líder de la tabla anual con apenas 7 partidos perdidos de 41 disputados y fue el elenco que menos goles recibió durante 2024 (29).

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¿Vestuario? Quinteros es ordenado y maneja un sistema de sanciones deportivas que todos deben acatar. Recordarán aquel episodio con Elías Gómez, cuando lo reemplazó en un partido ante River en el Monumental y este le obsequió la palabra “cagón” al entrenador. La manera de proceder fue hablarle y dejarle en claro al futbolista el castigo, situación que entendió para que todo quedara atrás. Más tarde se abrazaron con cariño al conseguir el título de la Liga Profesional.
La cuestión anímica jamás debe ser soslayada. Con Quinteros podemos destacar 2 situaciones. La primera, su emoción al darle un discurso al plantel antes de la tanda de penales contra Argentinos Juniors para clasificarse a la final de la Copa de la Liga. “Me emocioné tanto por lo que habían corrido y metido. Les dije que hicieron algo extraordinario y que merecían pasar. Uno se emociona por lo que demuestra el equipo”. La segunda, que va de la mano con lo anterior, es la capacidad que tuvo su equipo de reponerse ante la adversidad. En cuartos, semis y final de ese certamen padeció expulsiones. Así y todo pudo imponerse para llegar al partido definitivo y estirar la final contra Estudiantes hasta la tanda de penales.
No todo fue un camino libre de problemas. En febrero del año pasado, Vélez perdió 5-0 ante River en el Monumental. Fue pasado por arriba. Quinteros no escatimó palabras para pararse ante el plantel, poner en claro la situación y luego hacerlo en conferencia de prensa: “Es un resultado que me da vergüenza como entrenador. No esperaba una actuación de tanta fragilidad en la marca. Debemos cambiar la actitud. Es un grupo que ante la primera adversidad se cae mucho anímicamente. Le cuesta revertir situaciones adversas. Es un tema anímico que hay que resolver”. ¿Les suena? A no confundir: no se puso a los futbolistas en contra. Los convenció para salir de ese pozo y luego los llevó a disputar 4 títulos.
Martín Zajic, periodista especializado en el Fortín que forma parte del programa Sábado Vélez, nos da pistas para darle mayor perspectiva al escenario del paso de Quinteros por el club: “Su punto de partida fue un equipo que estuvo a un gol de jugar un repechaje por el descenso directo. Era un plantel muy golpeado. Lo puso en lo más alto del fútbol argentino y lo clasificó a la Libertadores 4 fechas antes del final de temporada (Vélez venía de dos años sin jugarla)”. También nos aporta lo sucedido después de la mencionada derrota contra River: “Hasta ahí venía ‘respetando a los que venían jugando el año anterior’, pero desde ese cachetazo empezó a armar su propio equipo. Después de ese 0-5 hubo una cena donde estuvo el DT y el plantel y ‘se dijeron todo lo que se tenían que decir’. Vélez ganó épicamente el partido siguiente contra Gimnasia y a partir de ahí llegó a la final de ese primer torneo”.

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Juan Lo Bianco jugó en Vélez y ahora trabaja en las divisiones formativas de la institución. Sumando sus días como futbolista, hace 43 años que vive y siente al Fortín. “Me pasé la vida acá adentro”. Sus enseñanzas fueron recibidas por personalidades como las de Nicolás Otamendi, Jonás Gutiérrez, Leandro Gracián, Jonathan Cristaldo o Lucas Romero. Sumergirse en las entrañas de un club es también conocer las perspectivas de sus trabajadores, que son los que lo transitan a diario. Por eso, Lo Bianco también nos contribuye con su mirada sobre el paso de Quinteros por el club: “Se manejó de una manera muy buena con el plantel, con el público y con todo el mundo que trabaja acá. Es serio y laburador. Tiene un buen cuerpo técnico. Como persona, un buen tipo”.
La experiencia y los títulos de Gustavo Quinteros
Al deshacer el zoom de su paso por Vélez nos encontramos con una característica escasa en el común de los entrenadores: ser un DT ganador de títulos. Quinteros logró consagrarse en 4 países distintos y con 7 equipos diferentes de los 9 donde dirigió al menos 30 partidos (sus pasos por Al-Nassr -25 encuentros-, Al-Wasl -9- y Tijuana -22- tienen que ser relativizados). Fueron Blooming, Bolívar y Oriente Petrolero en Bolivia; Emelec en Ecuador; Universidad Católica y Colo-Colo en Chile; Vélez en Argentina. Los 13 trofeos que consiguió hasta ahora lo ubican como el 4° entrenador argentino con más preseas de la historia (detrás de Ramón Díaz -17-, Helenio Herrera -16-, Carlos Bianchi -15- y Marcelo Gallardo -15-).
La experiencia es otro de los rasgos que levantan su candidatura a ser el DT de Boca. Hace más de 20 años que se dedica a dirigir equipos con pasos por el exterior y hasta en selecciones nacionales. Fue el director técnico de Bolivia (donde disputó 26 partidos al obtener esa nacionalidad y hasta jugó el Mundial de 1994) y Ecuador, combinado con el que le ganó a la Argentina de Gerardo Martino en 2015 y le cortó una racha de 22 años sin perder en el Monumental.

Gustavo Quinteros y Diego Martínez, en un Boca-Vélez del 2024. (Getty)
Quinteros cumple con requisitos indispensables para este momento de Boca: experiencia, títulos y garantías comprobadas. No es momento de ir a buscar a alguien que sea una apuesta ni que deba levantar su carrera con un paso por el club. Transitar y salir de la crisis es eso: tomar una decisión que se acerque más a la simpleza que a la invención. El hincha no soportará otra vez el hecho de ir conociendo a un DT en el medio de su estadía. El crédito será cortísimo para cualquiera que sea llamado por Juan Román Riquelme, por eso es indispensable pensar mucho más en una rápida adaptación y en pelear por un título, algo que el Xeneize no consigue hace más de 2 años.
El próximo DT de Boca debe contar con acompañamiento dirigencial
¿A qué refiere esto? A los refuerzos. Entrenador y Consejo de Fútbol deben consensuar las incorporaciones de manera bilateral. Es inviable que el DT no participe en una toma de decisiones tan vital para cumplir su labor. Y esto se desprende de lo que contó Diego Martínez en Clank con Juan Pablo Varsky, donde esclareció que él solo solicitaba los puestos necesitados de ser fortalecidos y que Marcelo Delgado, Mauricio Serna y Raúl Cascini eran los que elegían a los jugadores. Esa manera puede ser legítima, pero ya se agotaron los ejemplos de que no es el camino.
Si el DT pide que por un mediocampista y las incorporaciones son, por poner dos ejemplos, Ignacio Miramón y Tomás Belmonte ¿qué relación guardan el uno con el otro y qué le han aportado a Boca? El primero es más posicional y de distribución de juego. El segundo, tomando su mejor momento en Lanús y como característica principal, es un llegador al área rival que tiene capacidad de oler el gol. Son disímiles entre sí (que Fernando Gago los haya utilizado totalmente al revés es un capítulo aparte). Si el DT es el que va a hacer jugar al equipo, entonces debe ser parte de la decisión en los refuerzos.
Boca, equipo sin espíritu y carente de referentes
“Sé que me ha tocado fallarle a la gente. Sigo trabajando y esforzándome. Quiero llegar hasta la final y seguir demostrando que por algo estamos en Boca. Tenemos que darle para adelante todos juntos”. Esas palabras salieron de Miguel Merentiel, el único futbolista de Boca que siempre entendió el contexto del club y que dio la cara en momentos difíciles. Ser un referente es agachar la cabeza, reconocer los errores y luego levantar la mirada y trabajar para salir adelante. El hincha pide eso: humildad, egocentrismo nulo en las malas y capacidad de agarrar la pelota para empujar a un plantel endeble. Eso es el uruguayo.
“No le debemos nada al hincha. Seguimos trabajando, estamos punteros y eso los tiene que dejar tranquilos”. El contraste de esta declaración de Marcos Rojo después de perder contra River es clarísimo, más allá de luego haberse retractado. Es muy difícil sostener que es un referente positivo cuando fue expulsado en partidos contra River (2 veces) y Palmeiras (semifinales de Libertadores) y amonestado en duelos vs. River, Racing (semifinales de Copa de la Liga y 4tos de Libertadores), San Lorenzo (2 veces), Independiente, Estudiantes, Vélez (semifinales de Copa Argentina), Palmeiras (semifinales de Libertadores), Atlético Mineiro (8vos de Libertadores) y Corinthians (8vos de Libertadores). Doble click en el “Millonario”: recibió al menos una amarilla en 6 de los 9 partidos en los que lo enfrentó con la camiseta de Boca.
También podemos agregar que, desde que llegó al club en 2021, jugó solo 118 partidos de 246 posibles. Es apenas el 48%. Sufrió 9 lesiones diferentes. Tomando como referencia el 24/11/19, cuando padeció una lesión muscular, disputó 119 de 315. Solo el 37%. Se desprende una conclusión: Marcos Rojo es garantía absoluta de tarjeta amarilla y peligro de expulsión en partidos importantes y reiteradas ausencias por lesiones. Expuesto esto, ¿con qué tupé puede decirse que no le debe nada al hincha? Su contrato con Boca finaliza a fin de año. Olor a ciclo cumplido.
Hoy no existen en el Xeneize personalidades fuertes que puedan sacar adelante a un equipo en los malos momentos. Es, por supuesto, una cuestión anímica y espiritual que debe enlazarse y alimentarse mutuamente con una identidad de juego. Como casi todo en la vida: equilibrio y armonía. El club tiene que buscar jugadores capaces de transmitir positividad y que conozcan sobre contextos adversos para dejar atrás, de una vez por todas, los fiascos deportivos que hace mucho tiempo arrastra. También debe desprenderse de futbolistas que han comprobado su incapacidad para vestir esa camiseta. Se habla sobre la vuelta de Leandro Paredes. Sería un excelente comienzo para la reconversión.

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Boca exige grandeza. Se puede perder un partido o un campeonato por cuestiones del azar, sí, pero hace tiempo que las derrotas, la nula competitividad y las exhibiciones penosas son mayores a las buenas actuaciones. Todo eso se reitera y no es casualidad. La autocrítica y el cambio de foco son indispensables para conseguir un cambio de rumbo y conseguir un objetivo claro y simple: volver a poner al club en la cima, que es donde merece estar.