Escribo porque creo que así se me pasa más rápido el tiempo. Vuelco en palabras lo que siento para calmar la ansiedad y los nervios propios de esta semana. Aprovecho, también, para dejarle un mensaje a quienes tendrán el privilegio de jugar el partido con el que nosotros, los hinchas, soñamos alguna vez.
A Leandro (Paredes), aquel chico de San Justo que triunfó en Europa, ganó todo con la Selección Argentina, pero jamás se olvidó de su sueño: volver al club que lo hizo ser quien es, en plena vigencia, y con el hambre de gloria intacto para quedar en la historia.
A Exequiel (Zeballos), el pibe de Santiago del Estero que se cayó mil veces, pero se levantó mil y una, y hoy disfruta de ser el 7 titular de la Primera de Boca.
A Miguel (Merentiel), el tipo que ya sabe lo que es festejar contra ellos, pero quiere hacerlo por primera vez en nuestro templo para sentir lo que sintieron otros tantos.
A Milton (Delgado) y Lautaro (Di Lollo), dos pibes ya no tan pibes criados en nuestras inferiores, que el domingo tendrán la responsabilidad de defender nuestros colores para empezar a dejar una huella.
Y por supuesto, a Claudio (Ubeda), el encargado de seguir al pie de la letra el plan elaborado por Miguel Ángel (Russo), uno de los tantos que ahora alientan desde la cuarta bandeja.
Un partido de fútbol no es más que eso, pero un triunfo de Boca podría darle mucho a los que no tienen nada. Por eso, no pedimos otra cosa que sentirnos representados adentro de la cancha. Jueguen por nosotros, estamos con ustedes.

El póster especial para el Superclásico. Foto: PBJ.

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