Sin ánimos de exagerar, digo: el panorama futbolístico de Boca es desolador. El equipo no tiene identidad, a Fernando Gago le está costando más de lo imaginado, los futbolistas siguen sin entender lo que se están jugando, no se gana de visitante desde mayo, la clasificación a la Libertadores 2025 pende de un hilo y los de arriba, con Juan Román Riquelme a la cabeza, dan pocas explicaciones al respecto.

Como si lo nombrado anteriormente fuese poco, hay que agregar que el equipo no contagia, haciendo que la gente pierda la paciencia, y va en contramano a lo que exige y demanda la historia del club, que nada tiene que ver con lo que se vio durante el segundo semestre un año que quedará rápidamente en el olvido.

Román, el primer responsable

La fórmula es sencilla: lo bueno se elogia, lo malo se critica y se cuestiona. Por eso, el presidente de Boca, elegido por casi el 70% de los socios que votaron en la última elección, es responsable de lo que está sucediendo en el ámbito futbolístico.

Que La Bombonera está cada vez más linda, que los deportes amateurs compiten, que dejaron el club endeudado, entre otras cosas que son ciertas, lo sabemos todos. Pero Boca no compite y pierde prestigio fin de semana tras fin de semana. Momento de asesorarse y empezar a tomar decisiones a la altura del cuadro más importante del continente.

El Consejo de Fútbol y un mercado de pases que trajo consecuencias

Gary Medel, más dudas que certezas. Nacho Miramón, pagando la inactividad previa a venir a Boca. Toto Belmonte, perdido y sin protagonismo. Martegani, lejos de lo que debería hacer un volante creativo. Barinaga, sin competirle a Advíncula. Giménez, el único a la altura. Muy poco.

Un mercado de pases demasiado liviano y con poca jerarquía para tratarse de Boca. Los niveles individuales están a la vista y exponen el trabajo de quienes manejan los hilos futbolísticos de la institución. Así, claramente, no va.

Jugadores que no contagian y un DT que no encuentra el rumbo

Hay ciclos cumplidos dentro del plantel de Boca. Lo sabemos todos: los que somos hinchas y los que no. Hay cuestiones que no se maquillan con una buena mini pretemporada, con declaraciones ante la prensa o con un par de minutos en óptimo nivel. Frase trillada, pero cierta: el escudo adelante, el apellido atrás. No queda otra que empezar a soltar para construir algo mejor.

Por otra parte, hay que hablar de Gago, quien llegó hace menos de un mes y todavía tiene crédito abierto de cara al futuro. Si hay que buscar responsables, él es el menos. Pero la realidad no puede negarse ni taparse: en los cuatro partidos que dirigió a Boca (3 por torneo local y 1 por Copa Argentina) no encontró la vuelta. De hecho, los resultados lo exponen: dos derrotas y dos empates. Quizá es momento de ejecutar un plan más simple.