Escribo esto desde el asiento de acompañante. Maneja mi viejo. Ninguno de los habla. De fondo suena la radio. El dolor es tan profundo que llega al alma. Lo mismo deben sentir miles que vuelven a sus casas con el corazón totalmente roto. En Boca depositamos demasiado.
En la cabeza da vueltas el cabezazo de Giménez que termina dando en el travesaño. También la pifia de Cavani a metros del arco. Ambas hubiesen desatado la locura, pero no. De poder ganarlo a lo Boca, a un papelón sin precedentes. El fracaso deportivo es total y nadie ni nada podrá taparlo. Otro año sin jugar la Copa.

Gago consuela a Velasco en La Bombonera. Foto: Getty.
Mientras tanto, Gago se sienta en la conferencia. Dice que el equipo le gustó, que tiene fuerzas para seguir, que Brey está más acostumbrado a los penales que Marchesín y que ellos, su cuerpo técnico y jugadores, tienen el mismo dolor que la gente. A veces, el silencio es salud. Sobre todo, después de episodios como este.
Nadie sabe cómo seguirá la cosa. El año todavía no tiene ni dos meses completos, pero para nuestro club está prácticamente terminado, deportivamente hablando. Quizá, una de las pocas certezas que hay a esta hora es que del primero al último deberán pedirle perdón a una hinchada que hace rato que entrega todo sin recibir nada. Una, dos, tres y las veces que sea necesario. Porque el prestigio conseguido durante estos casi 120 años de historia costó demasiado sudor como para rifarlo de esta forma.