
Allá por 1981
llegó a La Boca,
de todos los tiempos,
el mejor del mundo
para coronarse en el club más importante
de todo el universo.
Un muchacho de rulitos,
al que otro grande de Boca
dijo que era un gordito
y lo sufrió cuando jugó en Argentinos.
Solo con el roce de la pelota
enamoró a todo el público
con el que maravilló
cuando dejó en el piso
al Pato Fillol.
Se fue al Barcelona
campeón con el Nápoli,
Sevilla y Newell’s
quedaron a sus pies.
Volvió al club de sus
amores para retirase después
y recibir el amor de la 12
cuando lo ve al 10.
Y al igual que en el ’81
se siente otra vez
“Lo quería Barcelona,
Lo quería River Plate,
Maradona es de Boca,
porque gallina no es”
“Y cuando va a la cancha la
12 le agradece todo lo que
Dieguito se merece…”
Porque el palco
te espera nuevamente.