Falcioni nunca repitió el equipo y realizó varios cambios fecha a fecha en este Torneo Clausura. En el verano, la situación era totalmente opuesta.
En los encuentros de pretemporada, el entrenador de Boca Juniors tenía en claro quiénes eran sus once titulares y dispuso de ellos para ambos superclásicos: García, Calvo, Caruzzo, Insaurralde, Clemente; Chávez, Somoza, Rivero, Colazo; Mouche y Palermo.
Por las cercanías de los partidos y teniendo en cuenta los intensos trabajos, ante Independiente y San Lorenzo realizó contadas modificaciones: probó con Lucchetti, Monzón y Viatri en lugar de García, Clemente y Palermo, respectivamente.
Los partidos del verano habían dejado conformes al cuerpo técnico, jugadores e hinchas, pero todos tenían en claro que la verdad arrancaba el 13 de febrero ante Godoy Cruz.
Ante los mendocinos, Falcioni dejó de lado el 4-4-2 que le había dado resultado, apostó a jugar con un enganche definido y, respecto a su once ideal de la pretemporada, metió tres cambios en el mediocampo.
Con los regresos de sus respectivas lesiones de Juan Román Riquelme y Sebastián Battaglia y la aparición de Walter Erviti, el entrenador relegó a Nicolás Colazo, Cristian Chávez y Diego Rivero. Paradójicamente, los dos juveniles Xeneizes habían sido titulares en todos los encuentros anteriores.
El resultado estuvo lejos de ser el esperado y la caída 4-1 en La Bombonera golpeó hondo. Por eso, el técnico introdujo tres cambios de cara al clásico ante Racing de la segunda fecha y, sabiendo el esguince de tobillo de JR, volvió a su esquema preferido.
Además de Riquelme, los otros dos que perdieron su lugar en el equipo fueron Erviti, que debía cumplir un partido de suspensión, y Calvo, este último pagando los platos rotos de los errores defensivos. Así, Monzón, Rivero y Colazo tuvieron su primera chance en este Clausura.
Después del primer triunfo en el torneo ante Racing, Falcioni quedó conforme y optó por continuar por la misma línea para enfrentar a All Boys en La Bombonera, dejando afuera al diez Xeneize de la convocatoria.
Igualmente, debió meter dos modificaciones obligadas. Monzón, que sufrió una distensión en el isquiotibial derecho, le dejó su lugar a Calvo y Rivero, expulsado ante “La Academia”, hizo lo propio con Chávez.
El empate ante el elenco de Floresta en condición de local volvió a sembrar dudas, tanto en el público como en el entrenador. Por eso, para visitar a Vélez nuevamente realizó tres retoques al equipo: Cellay reemplazó a Calvo en el lateral derecho; Erviti hizo lo propio por Somoza, que no jugó por un acuerdo de palabra y Rivero retornó a la titularidad tras la expulsión, dejando a Chávez en el banco.
En Liniers, Boca sumó otro revés y una nueva decepción a su mochila. Falcioni no dudó un segundo y para otro importante partido como el de San Lorenzo dejó afuera a dos históricos y al jugador sensación en el mercado de pases. Clemente, Battaglia y Erviti lo vieron desde el banco, mientras que Monzón, Somoza y Chávez saltaron a la cancha.
Por primera vez, el mediocampo del verano se hizo presente en el Clausura, pero no en el nivel que había sabido tener. La derrota en el Nuevo Gasómetro puso en jaque al entrenador, que nuevamente decidió meter mano de cara al encuentro del próximo domingo: Battaglia, Erviti y Riquelme ingresarían por Somoza, que acumuló cinco amarillas, Colazo y Chávez.
Considerando como base al equipo titular del verano, en estas cinco fechas Falcioni realizó 14 cambios (cuatro de ellos fueron por razones de fuerza mayor). Además, utilizó 19 futbolistas y nunca repitió el equipo.
En este Torneo Clausura, los sectores que sufrieron modificaciones fueron solo dos: los laterales y el mediocampo. Los extremos variaron en cuatro oportunidades, pasando por allí Calvo, Clemente, Cellay y Monzón, mientras que la línea de volantes se alteró en diez ocasiones y nunca se apostó por la reaparición de los mismos futbolistas.
Cierto es que el técnico aún no encontró el funcionamiento óptimo del equipo, pero lo ideal sería apostar por once jugadores (los famosos “once de memoria” de Basile), darles rodaje para que ganen en confianza y así conseguir la constancia que todo buen conjunto necesita.
Las reiteradas modificaciones desgastan y desmotivan al jugador, que siente que en cada pelota rinde un examen para saber si estará o no el próximo partido. En estas condiciones es difícil jugar y, de seguir así, será complicado ver a un Boca sólido como todos quieren ver.
Falcioni es un técnico que se aferra mucho al resultado, lo deja en claro en cada contacto con la prensa y puede verse también en un caso puntual: después del triunfo ajustado ante Racing, el entrenador repitió ante All Boys a los nueve futbolistas que fueron titulares en Avellaneda y estaban a su disposición (una lesión marginó a Monzón y la suspensión a Rivero).
Quizás, una victoria ante Olimpo haga que “Pelusa” baje un cambio, no haga más modificaciones y tome ese partido como punto de reconstrucción para este nuevo Boca. ¿Habrá milagro en La Bombonera? Hasta el momento, los once no salen de memoria…
