Nos robaron, sí. Nos robaron de nuevo como aquella vez en Avellaneda donde el mismo árbitro que hoy marcó penal decidió mirar para otro lado, pese a revisar la jugada en el VAR y no sancionar nada tras la mano de Jonathan Gómez en el cierre del encuentro.
Nos volvieron a bolsiquear contra Racing, pero esta vez del otro lado del mundo y a miles de kilómetros de Buenos Aires. Cobraron algo que hace pocos meses no se animaron y usaron, Fernando Rapallini y su asistente Diego Bonfá, otro criterio para sancionar una infracción que definió el primer título del 2023.
No solo nos perjudicaron, sino que no usaron el VAR, la herramienta que supuestamente llegó para darle transparencia al fútbol, para esclarecer una jugada que sigue generando dudas. Así, la verdad, es difícil.
Pero más allá de la bronca que genere ver cómo las voces que hablaban de “guardia alta” y de “AFA Bostera” hoy ya no se escuchen, hay que tomarse unos minutos para charlar sobre fútbol. Boca apareció de a ratitos en Al Ain, solo se acomodó cuando entró Equi Fernández, leyó mal el partido, desaprovechó su mejor momento y volvió a cometer los mismos errores de la temporada anterior.
Nadie puede dudar de la supremacía del club a nivel local durante los últimos años, ni poner en duda la obtención de la Copa de la Liga y la Liga Profesional del 2022. Pero llegó el momento de que el Xeneize ajuste algunas cuestiones, muestre dentro del campo la identidad que requiere una camiseta con tanto prestigio y se aferre a una idea. Sobre todo para sostenerse de algo cuando los resultados no se dan según lo esperado.