En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, 40 años de la Libertadores ’78.
El 28 de Noviembre de 1978 Boca logró su segunda Copa Libertadores. Muchas veces pensé que era la que menos se tenía en cuenta. Tal vez por ser la única en la que Boca entró desde Semifinales (antes el Campeón, entraba directamente en estos grupos), o porque hacía dos meses y medio que se había conquistado el mundo. Tal vez es una suposición errónea, porque cuando vemos la historia esta Copa, la importancia y lo difícil que fue ganarla se relativizan los partidos previos que no había jugado.
El camino
El grupo que le tocó tenía a dos ganadores de sus grupos como Atlético Mineiro y… ¡River! Eran pruebas muy duras, en donde se ponía en riesgo la Copa que se había ganado, el año anterior, frente a Cruzeiro. Pero ese equipo comandado por el “Toto” Lorenzo, estaba para cosas importantes.
El debut de Boca fue en la Bombonera y contra River en un empate 0-0 y sin brillo, el 19 de septiembre. Luego vino uno de los partidos claves, para arribar a la final. Fue contra Mineiro en Belo Horizonte, en lo que fue la primera victoria de un equipo argentino en el Mineirao. Un 2 a 1 con dos golazos de Miguel Ángel Bordón, que hacían ilusionar con repetir la gloria.
El tercer encuentro fue de local, el 5/10 ante los Cariocas, y con un nuevo triunfo por 3-1 gracias a los tantos de Toninho Cerezo en contra, Mastrangelo y Salinas. Pero el partido decisivo, era ante ellos, por el pase a la final. El 17/10, más que el día de la lealtad peronista, fue el de la lealtad de Boca con la historia, o viceversa. El Monumental, sería testigo de una victoria histótica azul y oro, como tantas, gracias a los goles de Mastrangelo y Salinas; gracias a Perotti como figura sobresaliente, haciendo expulsar a Merlo y Saporiti; gracias a la paternidad; gracias a una victoria -cuando sólo hacía falta un empate- para eliminar a los de Núñez.
Entonces sí. La gloria volvía a estar a la vuelta de la esquina. O mejor dicho, estaba en a la vuelta de una esquina colombiana…
La final
Para los partidos decisivos, esperaba un Deportivo Cali, que se convertía en el primer equipo colombiano en llegar a la final. Lo había hecho de la mano de Carlos Bilardo y quedando como ganador en un grupo, donde estaban Cerro Porteño y Alianza Lima.
Desde que Boca clasificó, todo fue un juego de ajedrez, más que de fútbol. Dos tipos vivos, pillos, que se enfrentaban. Había que ver quien ganaría en la estrategia, pese a los jugadores que había. Porque ya se conocían de las semis del año anterior, donde habían sentido el “rigor” colombiano fuera de la cancha: apretadas al salir del entrenamiento, mujeres que andaban cerca del hotel de Boca, pinchazos en las cubiertas del ómnibus…
La primera final se jugó en Cali, el 23 de Noviembre. El resultado no dice mucho -0 a 0- pero sí todo lo que fue el contexto. Carlos Lorenzo, sabía que tenía que estar en todos los detalles: “Yo sabía con qué general me iba a encontrar en el campo de batalla. Y tomé todas las precauciones. En el hotel donde nos hospedamos, que era del presidente del Cali, había siempre una cantidad impresionante de mujeres bonitas dando vueltas. Redoblamos la vigilancia en los pasillos y pusimos tipos nuestros en la cocina para verificar la calidad de la comida. En una de las prácticas, lo vi a Bilardo colgado de uno de los alambrados tratando de espiarnos. Lo tuve que hacer echar”.
El 28 de noviembre, día de la final, se leía en El Gráfico: “Los dos conocen bien como defender, pero la ventaja de Boca radica en que posee más variantes ofensivas”. Pese a eso, la particularidad de esos días, era que Boca venía perdiendo por el Nacional y frente a equipos no tan duros, a pocas horas del partido. Esto es literal: 0- 4 vs Unión, de local, dos días antes.
Pero Boca no solo contaba con un gran equipo. La Bombonera esa noche estuvo como pocas -o muchas- veces. Reventaba, literalmente. Tanto que había mucha más gente de lo habitual, inclusive en los pasillos. Bilardo diría después: “Esa noche la cancha de Boca estaba imposible”.
Quienes estuvieron dicen que al principio fue muy difícil (enfrentábamos al candidato de ganar esa Copa), pero con el primer gol de Hugo Perotti a los 15 minutos la historia cambió. Y cambió tanto que llegaron tres goles más. El segundo de Heber Mastrángelo, a los 16 del segundo tiempo, debe ser uno de los más hermosos de las finales de Boca, al romper la línea de marca y picarla sobre el arquero. Salinas a falta de 16 minutos clavó el tercero, y Perotti -nuevamente figura y clave- terminó la goleada, cuando faltaban tres minutos.
Boca así, confirmaba ser el mejor de América. Gatti; Pernía, Sá, Mouzo, Bordón; Benítez, Suñé, Zanabria; Mastrángelo, Salina y Perotti, lograban una goleada inolvidable, para un festejo que no se iba a opacar ni con el 1-4 frente a Huracán… ¡24 horas más tarde! Cosas raras si las hay…
Ese 28 de Noviembre, La Boca fue alegría y carnaval. Fue la felicidad guardada en una base verde de la Copa, que levantaba Suñé. Fue la invitación de honor(?) a los reyes de España Juan Carlos y Sofía, que compartieron parte del baile, la goleada y el bicampeonato.Fue la aparición de un Clemente gigante, que se había hecho conocido por el Mundial, pero sería famoso por ser bostero.
Fue la fiesta inacabable, que se pausó por 22 años. Fue la presencia continental, la confirmación mundial de quien era Boca. Fue el equipo que era punto y terminó festejando; fue la historia misma en 90 minutos. Fue la envidia de todos, la alegría de la mayoría.
Fuimos los mejores, los bicampeones. Fue la azul y oro en lo más alto del continente. Como siempre, como tenía que ser. Fue Boca, ni más ni menos. Eso que estamos soñando que vuelva a suceder, sin dejar de reconocer a quienes lo hicieron primero…