Repasamos la carrera del máximo anotador de Boca Juniors, desde sus inicios futbolísticos en su ciudad natal, La Plata, hasta los hechos del último fin de semana.
LOS PRIMEROS PASOS
Martín Palermo nació el 7 de Noviembre de 1973 en La Plata. Empezó a jugar al fútbol en las divisiones menores de Estudiantes de su ciudad natal. Inspirado por su hermano mayor, Gabriel, empezó desempeñándose como arquero, hasta que abandonó las inferiores cuando su hermano dejó de asistir para dedicarse a otras actividades. Luego, se sumó al club For Ever donde conoció a los mellizos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto y pasó a jugar de delantero. Después de permanecer allí por un tiempo, retornó a Estudiantes para jugar en la novena. Desde esa categoría hasta la quinta, salió campeón de los torneos de inferiores y también fue uno de los artilleros más importantes de su equipo, pese a que tuvo que esforzarse para conseguir un lugar en el elenco titular.
En ese entonces, Estudiantes estaba atravesando un momento complicado a nivel deportivo e institucional, que conllevó al descenso, debiendo jugar la temporada 1994/1995 en la B Nacional. Ante la incorporación de varios delanteros, Palermo consideró que lo mejor era irse del club, buscando mayor continuidad. El club interesado en él fue San Martín de Tucumán. Llegó a entrenarse con el elenco “Santo” y estuvo a punto de debutar, pero el pase se frustró por cuestiones económicas.
EL SALTO DE CALIDAD Y LA CONSAGRACIÓN ABSOLUTA
Cuando Estudiantes recuperó la categoría y Daniel “El Profe” Córdoba se hizo cargo del equipo, fue cuando se produjo la explosión de Martín Palermo. Así mismo, empezó a levantar el nivel del conjunto platense, que de venir peleando por no descender pasó a ocupar los primeros puestos del Clausura 1996.
Boca y River no tardaron en posar sus ojos en el “Loco” Palermo, apodado así por Córdoba debido a sus peinados llamativos y sus festejos extravagantes. Diego Armando Maradona le aconsejó a la dirigencia Xeneize que adquiriera el pase del delantero así como también el de los mellizos Schelotto, en esa época, todavía enfrentados con Palermo. Las negociaciones duraron aproximadamente un mes y Boca acabó comprando al nueve a cambio de cuatro millones de dólares.
Sin embargo, el club de la Ribera tampoco estaba pasando una de las mejores situaciones. Arrastraba cinco años sin ganar un título y Héctor Veira, el entrenador en ese momento, contaba con un plantel de jugadores con mucha categoría pero que no lograban los resultados esperados.
El siguiente tanto de considerable importancia fue el que le metió a River en su cancha por el mismo torneo en el último partido como profesional que disputó Maradona. Ese día Palermo fue titular y a los 67 minutos se encargó de dar un cabezazo que definió el partido 2-1 para Boca, que había arrancado perdiendo.
De esta forma, Martín comenzó a sumar más minutos y agarrar más confianza. Tras el alejamiento de Héctor Veira y la asunción de Carlos Bianchi, quién lo bautizó como el “Optimista del gol”, se produjo la consagración definitiva de Palermo en Boca. “Carlos fue el que más me ayudó y me tranquilizó bastante. Fue goleador, jugador de área, y siempre tenía la palabra justa para cada situación, sobre todo cuando no la metía.”, declararía años después.
En esta etapa de su carrera vistió por primera vez la camiseta de la Selección Nacional. Su debut con la albiceleste fue el 3 de febrero de 1999 en un partido amistoso en el que Argentina venció 2-0 a Venezuela. Ese mismo año, fue convocado por Marcelo Bielsa a la Copa América realizada en Paraguay. Tuvo un buen inicio marcando dos goles contra Ecuador (3-1) y uno contra Uruguay (2-0) pero luego contra Colombia (0-3) malogró tres penales en un mismo partido y dejó de ser tenido en cuenta en los años posteriores para integrar la Selección Argentina.
Terminada su participación en la Copa América (Argentina fue eliminada en Cuartos por Brasil), Lazio de Italia se interesó en adquirir los servicios del nueve, pero la operación no pudo concretarse. El 13 de noviembre de ese año tuvo otro momento agridulce al anotar ante Colón con los ligamentos cruzados de la pierna derecha rotos, su gol número 100 en el fútbol argentino.
Lo siguiente fue la consagración de Boca, que salió campeón de América después de 22 años. Esto le brindó la posibilidad al equipo dirigido por Bianchi de viajar a Japón para jugar la Copa Intercontinental contra el poderoso Real Madrid, que se perfilaba como el candidato a ganar el certamen. Otra vez Palermo dijo presente, y pasados los 6 minutos del primer tiempo ya se había encargado de hacer dos tantos para poner a su equipo en ventaja. Más tarde, Roberto Carlos se logró descontar, pero sólo sirvió para las estadísticas porque de la mano de Martín Palermo, elegido jugador del partido, Boca volvió a levantar la Copa Intercontinental.
LA EXPERIENCIA EN EL VIEJO CONTINENTE
Después de esta etapa en Boca, verdaderamente positiva, Palermo estaba listo para dar el gran salto y pasar a un club de Europa. Hubo muchos interesados, pero el modesto Villarreal de España acabó por hacerse dueño del 50% de su pase después de abonar de ocho millones de dólares.
Cuando se recuperó de la lesión, permaneció un tiempo más en Villarreal y luego rescindió su contrato y se incorporó al Betis, dónde tuvo un paso discreto (11 partidos y una anotación) y después al Alavés que integraba la segunda división del fútbol español con un rendimiento similar (14 partidos y tres goles).
EL RETORNO A BOCA. RECORDS, RECORDS Y MÁS RECORDS.
Palermo regresó a Boca e hizo su aparición en la primera fecha del Apertura 2004 contra Lanús. El enfrentamiento concluyó 0-0 y a los 45 minutos del primer tiempo, el delantero debió irse expulsado por darle un puntapié al jugador “Granate”, Romero. En diciembre, anotó frente a Bolívar de Bolivia su gol número 100 con la camiseta de Boca. Además, ganó por primera vez la Copa Sudamericana bajo la conducción de Jorge Benítez.
Ese año, Palermo tuvo un golpe muy duro: pocos días antes de jugar vs. Banfield, falleció su hijo tras haber nacido de forma prematura. Igualmente, pidió jugar el cotejo y convirtió dos tantos. Boca venció a Banfield por 3 a 0.
Muchos estaban ilusionados (y con fundamentos) con que Boca obtuviera el primer tricampeonato de su historia pero el extraño descenso del nivel y la buena campaña que realizó Estudiantes obligaron a definir el campeonato en un partido final. No hace falta decir lo que significó para Palermo enfrentarse con el club del que es hincha en estas circunstancias, pero el capitán lo afrontó con mucho profesionalismo e inclusive convirtió un gol pese a que el equipo de la Ribera cayó 2-1.
Luego de perder la final del Mundial de Clubes contra Milán, Russo se vio obligado a dejar su cargo e Ischia lo reemplazó. Con él en el banco, Palermo alcanzó a Francisco Varallo, máximo goleador del profesionalismo, al marcar un gol de penal nada más y nada menos que ante Gimnasia. Después se le añadió al ex delantero otros 14 goles, por lo que, el siguiente objetivo de Palermo fue pasar esa marca. No obstante, en la tercera fecha del Apertura 2008, volvió a romperse los ligamentos cruzados de la pierna derecha.
Seis meses más tarde, habiendo sumado otros dos campeonatos (Recopa Sudamericana y Apertura 2008), se produjo su regreso y el 1 de marzo de 2009 superó a Varallo al convertir su gol número 195 frente a Huracán. En el inicio de la temporada 2009/2010, el 4 de octubre, contra Deportivo Táchira, celebró los 200 gritos en Boca.
El 4 de octubre de 209 hizo otro gol de película. Fue ante Vélez y de cabeza, a casi 40 metros del área. El 12 de abril de 2010 rompió otro record: le convirtió un doblete a Arsenal, alcanzó los 220 goles en el club y superó a Roberto Cherro, máximo goleador Xeneize del amateurismo.
En el Mundial, el seleccionador volvió a convocarlo, y le otorgó 10 minutos para mostrarse frente a Grecia. Resultó ser tiempo suficiente para hacer un gol, Messi disparó al arco, el arquero dio rebote y Palermo lo aprovechó, y convertirse en el jugador más viejo en anotar un tanto en la Copa del Mundo.
Este año, Martín Palermo, acumuló la peor sequía de su carrera. Estuvo 950 minutos sin convertir. Esta mala racha la superó contra Huracán en undécima fecha del Clausura 2011. Tres semanas después, jugó su último superclásico e hizo de cabeza su último gol contra River.
El domingo pasado, el máximo goleador de la historia de Boca, quién posee el record de haber convertido más goles en La Bombonera, se despidió de la gente en su último partido disputado en condición de local. “Se me vienen muchas cosas a la cabeza, goles, títulos, compañeros, a los que están y a los que no, a cada entrenador, dirigente, pero especialmente a ustedes, ya que Boca no sería esto sino fueran ustedes los que están del otro lado. Siempre voy a decir que Boca es un grande por la gente, no por los jugadores”, expresó una vez concluido el cotejo en la despedida que le organizó el club.
Más allá de lo que ocurra, el “Titán”, bañado de gloria y sumergido en records, ya entró en la historia grande de Boca, del fútbol argentino y, por qué no, del mundial. El recuerdo será eterno para este legendario goleador.