Boca Juniors 0-2 River. Sin Supercopa, el Xeneize perdió el primer objetivo del año.
La Supercopa Argentina fue una nueva muestra de lo que le sucede a Boca en los últimos años. Un equipo que supera con claridad al resto en los campeonatos locales, pero que desaparece en los partidos importantes. Esos que hacen la verdadera diferencia y permiten escribir las páginas doradas de la historia. Los que no solamente se juegan con la pelota, sino también con la cabeza. En aquellos donde la actitud y la personalidad muchas veces son más necesarias que una gambeta. Y allí volvió a fallar.
Todos los títulos son importantes y ninguno debe ser menospreciado. Sin embargo, hay algunos que tienen un sello especial y distintivo. Son los que este club supo conseguir para convertirse en el más grande del país, además de ser el que más ganó (y menos perdió) a lo largo del tiempo. Ejemplos como este frente a River -o los de 2014 y 2015-, Independiente del Valle y los cruces contra Rosario Central -especialmente el de 2016- son los que no hay que repetir. El gran problema no es la derrota. Es la forma.
Los 457 días consecutivos en la punta, las 37 fechas que representan ese liderazgo y cualquier otro récord debe ser valorado en su justa medida. De nada servirá extender estas marcas si no se logran los objetivos que realmente exige la historia. En esta oportunidad el rival ni siquiera necesitó de actitud para ganarle. Simplemente aprovechó las debilidades de un equipo que reitera los mismos errores una y otra vez. ¿O acaso creen que Boca justifica sus números en la cancha? En absoluto.
La falta innecesaria de Cardona, cuando Nacho Fernández ya había trabado la punta de su botín izquierdo en el pasto, le permitió a River sacar ventaja. Y luego lo liquidó en una clara muestra de flaqueza defensiva, como suele ocurrir en cada partido. Limitar la derrota a dos acciones puntuales es querer ocultar un problema de fondo. La última línea, especialmente la zaga central, no está a la altura. Para colmo, la jerarquía de Armani abrió nuevamente el interrogante en el arco por la inexperiencia de Rossi.
Hay varias cosas que ya cansan y deberían cambiar de una buena vez. Por ejemplo, la sobrevaloración de Jara y la displicencia de Fabra en la marca. O la poca inteligencia de Pablo Pérez, ridículo y exagerado en protestas sin sentido y apacible cuando le cometen un claro penal que deriva en el segundo gol. El nivel de Tevez es cada vez más preocupante y hoy ni merece ser titular, aunque en el banco tampoco hay demasiado. Solo se salvan Barrios, el alma de este equipo, y Nández, por la entrega.
Se perdió el primer objetivo del semestre. Ahora queda lograr el título en la Superliga y clasificar a octavos de final en la Copa Libertadores. No le alcanzó siquiera para superar a un River que llegaba en un mal momento y 23 puntos atrás. Con un Gallardo que abrió el paraguas y -¿casualmente?- Loustau no sancionó aquella falta de Zuculini ni la mano de Ponzio, ambas dentro del área. La paternidad de Boca se mantiene, como la supremacía en títulos. La diferencia es de tres… sin contar el de la “B”.