De cara a los 80 años de La Bombonera, que se cumplen este 25 de Mayo, la periodista Marina Zucchi sacó un libro para homenajearla: “Bombonera (República del Latido)”. Hablamos con ella para ahondar un poco más y agradecerle por estas páginas que conmueven. Y mucho.

Marina habla de La Bombonera en el primer libro que sacó de Boca. En 2014 publicó “Desde el alma. (Veinte retratos de ídolos unidos por la pasión a una camiseta)”. La introducción de esas historias tiene la suya con su padre y cómo lo recuerda cuando va sola a la cancha.

Marina habla de La Bombonera un sábado por la mañana, de cuarentena, lejos de ese lugar que va a cumplir ocho décadas de existencia. En el que alguna vez pasó una noche para hacer una nota sobre el gigante dormido.

Marina habla de La Bombonera y escribe. Y escribe tan bien, que la lectura del libro no sólo es rápida por lo corta, si no por lo atrapante. No crean que esto será una crítica, porque la verdad sería muy buena. Ni un resumen de un libro que es breve, que se puede bajar por Internet y que tiene un fin: Contar lo más básico de algo tan complejo como el Alberto. J. Armando.

Marina habla de su libro sobre La Bombonera, en el que se encarga de contar y transcribir lo más fuerte e importante. De todos modos “le hubiese gustado que fuese más extenso, pero la idea era un libro corto digital, para estos tiempos de pandemia. Un relato corto, que se puede leer en cuarentena, rápido y fácil”. Nos cuenta que tiene más información para hacer un libro más extenso, pero esta fue la mejor manera de colaborar en este momento que no podemos salir para festejar sus 80 años. Por eso, esa angustia de no poder ir a la cancha que todos tenemos, en su caso fue más llevadera sabiendo que no es la única, pero sobre todo pudiendo terminar el libro, hablando con personas, investigando para terminar su obra. Esa que habla de la República del Latido.

¿Aprendiste algo nuevo o te sorprendiste de algo indagando para el libro?

–             Algo que no se habla tanto, que es de la antigua cancha de madera que estaba en el mismo lugar, inaugurada en 1924. La Bombonera también sin llamarse así, en el mismo lugar, ya contaba con ese espíritu de unión y de estadio mítico. Se termina con una construcción más importante, pero hay una historia previa con esos tablones de madera que después Boca le da a Ferro a cambio del jugador Arcadio López y recupera en 2017, alguno como recuerdo. Me interesa mucho lo del concepto Bombonera, más allá del arquitecto y la caja de bombones: el espíritu de lugar impresionante ya estaba antes del 40.

Al comienzo, Zucchi se pregunta si la cancha de Boca somos nosotros. Tal vez porque cuando empezó a escribir, le costaba “pensar en los últimos jugadores, personas que se sienten de Boca, de la cancha, o jueguen con sentido de pertenencia”. Le pasó más con aquellos a quienes entrevistó en su primer libro, que jugaron enfermos, entregaron todo sin cobrar tanto… “Me cuesta en el presente encontrar eso. Me parece que el Boca de Bianchi tuvo de esos jugadores, después me es difícil encontrar” sostiene.

Uno de los jugadores históricos con los que hablaste fue Roberto Cabañas. Es conmovedor leer ese pasaje…

Él sabía de este proyecto, ya habíamos hablado por el libro anterior y estaba muy contento de participar. Roberto tenía una idea de volver a trabajar en Boca. Él decía que se iba a morir con la camiseta puesta y fue así, tanto que cuando lo velaron estaba la camiseta en el ataúd. Sin ser uno de los futbolistas más importantes y fundamentales en cuanto a goles o partidos jugados, marcó un capítulo en cuanto a identificación increíble. Hay muchos jugadores más importantes que no han tenido ese nivel de identificación.

Es como si hubiese nacido para Boca. La vuelta olímpica con la sangre en las rodillas del Apertura 1992, es la gran imagen de La Bombonera: El tipo que hace todo para salir campeón y está dando la vuelta olímpica en su casa, mirando al cielo y agradeciendo a Dios.

Las mujeres de la casa

Desde el principio el libro es un manual de historias y sensaciones, pero además es un homenaje -realmente muy necesario- para mujeres que no todo el mundo sabe que existen y existieron. Y que han sido vitales para este mundo: el Mundo Boca.

La primera es Manuela Farenga, hermana de dos de los fundadores (Teodoro y Juan). “Quienes leyeron el libro, me hablan de una especie de reivindicación de la mujer. La historia de Boca y, en general, la del país está siempre escrita desde personajes masculinos. Tal vez por el paradigma imperante nunca se mencionó a la mujer. Hablando con Juan Farenga (hijo de uno de los fundadores, Juan Antonio) me cuenta de este personaje. Yo pensaba que, si la historia se escribiría hoy, tal vez hubiera sido distinto con un rol más importante y no tan oculta. Estando detrás de ese proyecto, la persona que cosió la primera camiseta… Pienso que tal vez hubiesen sido más los fundadores si estaban esas mujeres que acompañaron a esos hombres”.

Pero no queda allí. Marina en un pasaje del libro escribe que “La Bombonera es el latido, el juego, pero también todo lo extrafutbolístico que alberga”. De allí se van desprendiendo dos nombres importantes: Uno es Julia Fieres a quien Marina entrevistó en su momento para Clarín, el otro es María del Valle Calvimonte, bibliotecaria del Club. Una y otra cuidaron al Club a su manera. La primera lavando y viviendo en el estadio, la segunda leyendo libros a los niños de La Boca: “Hay una idea de no sólo hablar de fútbol en el libro. La Bombonera adentro tiene una Biblioteca y la casa de Julia Fieres (lavandera de Boca por más de cuarenta años y que tenía su casa en la cancha) cuando pasó lo de la intervención en los ‘80 puso el cuerpo para que no pasara por su lavadero. Hay una Biblioteca que prometieron regresarla, donde los libros bailaban cuando jugaba Boca. María del Valle leía a los chicos del barrio, que no tenían para un libro. La idea es reforzar esto: Boca además de fútbol es otra cosa y esas mujeres también hacen a Boca”.

Cuando ella latió en La Bombonera

Marina tiene varias medallas “bombonerísticas”. Su primer partido en el Camilo Cichero por entonces, fue para ver debutar a un tal Juan Román Riquelme. “Visto a la distancia es el mejor escenario. En ese momento era un partido intrascendente, uno que hubiese quedado en el olvido. Pero fue tomando dimensión con el paso del tiempo” dice quien habló hasta de los fantasmas y ruidos que se escuchan cuando La Bombonera descansa: “Me contaron al pasar lo de estos ruidos. Los mitos de los fantasmas son de mucho tiempo, pero la explicación que me dio alguien de seguridad es que después del partido, del trabajo que tuvo el estadio, después de los saltos, es como que la cancha se contrae. Se escuchan crujir algún fierro o algún ruido. Sólo una persona me dijo que pensaba que podría haber espíritus y fue Ángeles Escurra -terapista vibracional- que pudo sentir presencias por tanta energía junta de personas que se han ido del mundo, pero dejaron el alma en la cancha”.

Si Marina llegó a esa información es porque dejó un poco de su alma la noche en que se quedó a dormir en el estadio, para una nota y para que todos la envidiemos.

-¿Como fue amanecer en la cancha?

– Me pasó que ya había ido al partido. Estuve en la cancha unas 20 horas desde que llegué y me fui al otro día. Estaba muy cansada, pero quería ponerme a escribir todas las sensaciones. Fue maravilloso. Hay una soledad impresionante, sólo está el casero… Ahí vi la cancha en un reposo, una paz increíble. Se escuchan los pájaros… me resulta increíble.

Su casa, nuestra casa, la casa de todos

En media hora, tratamos de resumir lo que en un café nos llevaría horas. Marina sabe lo que uno busca preguntar y se adelanta en la jugada o en la pregunta, como si tuviese la 10 en la espalda. Por eso cuando cito a Gustavo Navone – “El pintor de La Bombonera”- con su concepto de la cancha como una casa, ella dice: “Es muy lindo el concepto de casa. Quienes construyeron la cancha pensaron inclusive en cómo iba a dar el sol los domingos a la tarde, para que no molestara cuando se jugaran los partidos. Cuando uno construye su propia casa sabe lo que quiere para el futuro”. Y remata: “Hay algo ahí de pueblo, no diferenciarse o buscar una impronta de quien la haya hecho. No es algo de alguien, es del pueblo”.

Si tuvieses que explicar qué es La Bombonera, después de haber hecho este libro y de haber investigado tanto, más allá de tu padre. ¿Cómo la definís?

Creo que no importa tanto el cemento o el espacio físico. En realidad, somos nosotros esa impronta de lugar impresionante donde todo se mueve. Somos nosotros que juntos construimos Bombonera. La prueba es que cuando Boca jugó en Japón, estaba la reproducción de la cancha allá. La construimos y la llenamos de sentido quienes estamos adentro.

Dice. Para luego aclarar: “No quiere decir que comparta que se tenga que jubilar. Para mi hubiese sido un drama si eso pasaba”. Lo define mejor cuando subraya que La Bombonera “con otros hinchas, con la pasión de otros equipos sería algo lindo, bien construido, pero no tendría esa mística”.

Por eso para ella cualquiera de los dos proyectos que se manejan para ampliar la cancha “estará bien, porque ya no se habla de jubilarla”.

Eso que a tanta gente le causó pánico, no le fue ajeno a la hija de Luiz Zucchi, quien se angustiaba porque “a mucha gente le pareciera bien renovarse. Muchos fanáticos estaban de acuerdo. Querían algo al estilo europeo y asustaba”. No sólo por su amor por Boca, sino porque ya tenía en mente este libro y quería hacerlo antes de que esa absurda idea se llevara a cabo.

“Es como decir: ‘El Obelisco no es tan alto. Hagamos otra cosa, hagamos otro’. El Obelisco es el Obelisco. Es un símbolo de un lugar y un momento. No tenía sentido derribar lo que existe… Me parecía una locura”. Y dice algo que es real: “Farenga hijo me dijo que los hinchas de Boca son millones en todo el país. Nunca se hará un estadio que pueda complacer a todos”.

La charla llega a su fin, pero antes había que agradecerle a Marina una frase del libro, que podría considerarse una máxima para explicar La Bombonera: “El lugar donde todo lo que fue sigue siendo”.

Me gustaba esa idea, como en una película donde a alguien le pasan cosas por la mente. Cuando vas a ver a La Bombonera, a ver a Boca, no sólo estás viendo este momento. Se te pasa la película de lo que viste en la infancia, los equipos, lo que pasaste. Jugar con la idea de tiempo y espacio. Que ahí, lo que fue sigue siendo.

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