En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, 20 años de la Primera victoria de Bianchi en Boca, de manera oficial.
El 9 de agosto de 1998, sería uno de los tantos días históricos en la historia de Boca. Más precisamente en la historia de Boca con Carlos Bianchi, al ser su debut victorioso como entrenador, frente a Ferro Carril Oeste. Para ser más claros, no fue la primera victoria, ya que esta se había dado en un amistoso contra Rosario Central, el 9 de Julio, por 4 a 2. Y el debut oficial, se había dado el 5 de agosto, por Copa Mercosur, perdiendo de local 1 a 0 con Velez. Curiosidades del destino…
Ilusión de niños
Ese 9 de agosto era el día del niño. Boca venía golpeado por una derrota injusta frente a Velez, con Chilavert como figura y con Pellegrino metiendo el único gol, que había hecho frenar un poco la emoción post amistoso en Rosario. Es que en este partido, se había visto ya la mano de Carlos y sobre todo sus palabras.
Porque él venía a tratar de “gobernar” un club que parecía Estados Unidos, por la trascendencia de cualquier decisión. “¿Sabés cómo se emprende un proyecto serio en ese Club? Acabando con el conventillo. No puede ser que los jugadores ventilen detalles de la convivencia”. Era fácil, si alguien hablaba se iba. Debía fundarse un código disciplinario, primero, para empezar a fundar al Boca multicampeón. Y la verdad es que si venía Passarella, el primero que llamó Macri, no habría sido lo mismo…
Los jugadores veían la claridad, seguridad y serenidad del “Virrey”. Por eso empezaron a creer. Además hicieron un trabajo excelente con Julio Santella en la pretemporada. Sólo quedaba saber a quien iba a poner en cancha. Y se empezó a vislumbrar temprano, cuando no fue tenido en cuenta Caniggia, cuando sólo pidió un solo refuerzo: Ibarra. Pero además, cuando se le acercó a hablar a los suyos y le preguntó a Riquelme de que quería jugar, entonces le respondió: “Querés ser el enganche. Entonces vas a serlo”. Lo alentó y le demostró apoyo, siendo un vidente: “La vas a dejar así de chiquitita”. Bianchi sabía que, como le dijo a los suyos, si Román se daba cuenta de lo que era iba a ser el dueño del equipo…
“El 9 de agosto, cuando empiece el Apertura, ustedes van a ser la dupla de atacantes. Tienen todo mi apoyo, de acá al final del torneo, jueguen como jueguen”. Eso se lo dijo a Palermo y a Guillermo, antes de hacerlos dormir en la misma pieza. Entonces, desde esa charla, Martín y Barros Schelotto se comenzaron a erigir como los ídolos que después terminaron siendo.
Abrazados a la red
Ese 9 de agosto era el día del niño y Boca, debía debutar contra Ferro, en Caballito. Debía revertir el cachetazo por Copa, volviendo a demostrar lo que había comentado Clarín, sobre el amistoso contra Central: “Si Boca juega de ahora en más como lo hizo en el primer tiempo, si Boca juega así, será nomás el Boca de Bianchi, como lo fue aquel gran Velez. Porque a Boca ayer y por momentos, se le pegó rápido el estilo del técnico, ese que como el Velez campeón tocaba rápido en el medio para después abrir la cancha, y meter desbordes o centros letales”.
Porque ese domingo, Córdoba; Ibarra, Matellán, Samuel, Arruabarrena; Cagna, Serna, Navas; Riquelme; Barros Schelotto y Palermo, mostraron de entrada lo que se vendría. En un prime tiempo ideal, metieron cuatro goles para el inicio de “la era de Carlos ‘Ganador’ Bianchi”, como sentenciaba un diario deportivo.
Todo comenzó bien temprano, a los 6′, cuando después de un centro “venenoso” de Román -por un tiro libre- Sartori desvió la pelota. Pasaron 12 minutos para el segundo, después de un tiro fuerte y seco de Navas, que llegaba de frente al arco, después que la bajara Palermo. Martín fue el encargado del tercero, luego de un centro de Guillermo. El “Titán” terminó, después de chocar con el arquero, abrazado a la red. Una postal imborrable de una síntesis que se repetiría tantas y tantas veces.
Antes de que se fuera el primer tiempo, Riquelme metió un golazo desde atrás de la medialuna del área. Lapidarios minutos iniciales y excelentes los análisis del momento, donde la actitud, una idea de juego bien marcada, el correr por todo el equipo -bajo las órdenes del gran capitán Diego Cagna-, el orden en la defensa -con Samuel como abanderado-, el respeto por la pelota, la concentración -salvo en los descuentos de Ferro con un penal de Giaccone y Martens- y el compromiso por los colores.
“Boca busca hacerse camino al andar. Y empezó bien: entendiendo qué significa ser un equipo” comentaban los cronistas. Boca empezaba goleando, en la primera victoria oficial de Bianchi. Con el mismo resultado que en su primer partido, desde que tomó las riendas del equipo. Desde que lo comenzó a armar a imagen y semejanza: ganador, goleador, humilde, sacrificado, mágico, único.
El domingo 9 de agosto de 1998, era el día del niño. En la escuela de fútbol del Barrio San Justo de Villa María, se había organizado una jornada de partidos y merienda, para festejar. Nunca pude concentrarme en el partido, sabiendo que Boca iba a jugar.
Ese domingo, terminamos escuchando el partido en la costanera, gritando cada gol. Con el tiempo entendí que no fue casualidad, que esos hombres empezaran así ese día. Rainer Maria Rilke dijo alguna vez que “la verdadera patria del hombre es la infancia“. Todo lo que pasa en esos años, es lo que nos forma y nos marca. Todo lo que pasa en esa etapa nos deja cosas grabadas. Y además los clubes de fútbol son nuestra infancias, como dijo alguna vez Diego Capusotto. Los primeros colores que defendemos.
Aquel día del niño, los que eramos niños y los grandes nos llenamos de ilusiones. Nos empezó a vibrar el cuerpo de una manera diferente. Hace 20 años, empezamos a conocer al equipo de nuestra patria, de nuestra infancia perdurable. Ese que nos regaló los mejores momentos y los más inolvidables.