Ustari, primero; y D’Angelo, luego, defendieron el arco xeneize ante el Albo. PBJ te trae un análisis con sus respectivas intervenciones y un video. Este comentario se dividirá en dos partes. Que los dos arqueros de tu equipo atajen un mismo partido, de carácter oficial, no se ve casi todos los días. Ayer por la tarde, en la victoria ante All Boys, Boca se dio ese “lujo” porque Oscar Ustari tuvo que dejarle su lugar a Sebastián D’Angelo, debido a una contractura en su gemelo izquierdo. Ambos ocuparon el arco durante 45 minutos. Y mientras lo hicieron, en el balance, la imagen dejada por cada uno fue positiva. El dueño de los tres palos en el primer tiempo fue obviamente Osky, la gran apuesta de Falcioni para sustituir al lesionado Orion hasta su regreso. El exGetafe, que se retiró en el entretiempo, venía teniendo una actuación más que interesante. A diferencia de sus anteriores presentaciones, no fue exigido con remates por los delanteros rivales. Y a la hora de salir a cortar los centros, salvo en uno que lo sobró y el probable gol fue salvado por Franco Sosa, mostró actitud y seguridad para negarle las oportunidades áreas al rival. La única cruz, pero a medias, estuvo en el empate transitorio de Borghello. Fue tan rápido el envío y el cabezazo del delantero, producto de la cancha y pelota mojada, que el “23” casi ni tuvo tiempo para reaccionar. Al primer palo, por donde ingresó la pelota, llegó a destiempo por este motivo y nada pudo hacer. Ya tocado por su lesión, seguramente originada en una salida en la que se esforzó a dos tiempos, cerró su participación quedándose con un llovido centro desde la derecha, casi a la altura del punto penal. El dueño de los tres palos en el segundo tiempo fue La Furia, como lo apodaron sus compañeros. El juvenil de 23 años tuvo su estreno de manera oficial con la camiseta azul y oro, nada más y nada menos que en la Bombonera, con la responsabilidad de reemplazar al arquero titular en un partido que, hasta ahí, era complicado a pesar del 2 a 1 a favor. Por ser un debut, la actuación de D’Angelo en sus primeras intervenciones en Primera División fue mucho más que aceptable. A diferencia de Ustari, él sí fue más buscado porque, al tener un resultado en contra, el rival tenía la obligación de salir a dar vuelta la historia. Fue exigido con algunos tiros de larga distancia, que él controló sin ningún inconveniente, pero a la vez tuvo su cuota de suerte: fueron dos o tres las llegadas de All Boys, vía aérea, en la que los remates se fueron afuera apenas rozando sus postes más lejanos o aquella acción en la que Schiavi salvó en la línea, tras un córner en el que decidió quedarse abajo de los palos. Punto a favor la serenidad con la que se desenvolvió. Sobre el final del cotejo tuvo la chance de lucirse desviando con sus puños, hacia un costado, el tiro libre lanzado por Soto, ganándose el aplauso de la hinchada presente. En síntesis: por el lado de Ustari, a pesar del gol, intervenciones que no ponen en duda su capacidad, una verdadera lástima la contractura; en cuanto a D’Angelo, futuro asegurado por buen tiempo.

El partido de Ustari y D’Angelo ante All Boys:

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