Vivimos en un mundo donde si no se tiene no se es. Mientras más se tiene mejor, y eso es por estar cruzados de punta a punta por la economía, uno de los poderes más importantes desde… siempre. En este mundo de valores, cuanto más grande sea el valor, más se tiene y más se es. El valor en una de las cosas que se ve es en la emisión de billetes. Son estos que sirven como medio de pago y hay de todos los valores. Pero – y perdón que insista con esto – a más valor, más importancia. Y es por eso que en cada país se presentan los próceres más importantes y más respetados, o así debería ser. Pero no en Argentina donde en el billete de más valor, el de 100 pesos hay un personaje poco feliz.
Soy de tierra adentro (Gracias Oswaldo Wehbe por el término), no del interior del país. Tengo una relación de amor/odio constante con la capital del país. Buenos Aires me seduce constantemente y me decepciona otras tantas, pero sigue siendo uno de mis lugares preferidos. Recuerdo que una de las tantas veces que fui solo y caminé en ese mar de gente me encontré con eso que Osvaldo Bayer quiere sacar y que es un insulto a la democracia y a la historia. Me encontré con el monumento a Julio ¿Argentino? Roca. Ahí recordé las cosas que había leído y sabido de este personaje nefasto de la historia de Argentina. Lo miré y dije en voz no tan baja “Qué hijo de puta”. Por varias razones, como las que escribe Eduardo Galeano en su libro Espejos: “La dictadura del general Videla aplicó en escala jamás vista la desaparición como arma de guerra. La aplicó, pero no la inventó. Un siglo antes, el general Roca había utilizado contra los indios esta obra maestra de la crueldad, que obliga a cada muerto a morir varias veces y que condena a sus queridos a volverse locos persiguiendo su sombra fugitiva”. En otra parte sostiene: “El ejercito llevó adelante la cacería en nombre de la seguridad pública. Los indios eran una amenaza y sus tierras, una tentación. Cuando la Sociedad Rural lo felicitó por la misión cumplida, el general Roa anunció: – Están libres para siempre del dominio del indio esos vastísimos territorios que se presentan ahora llenos de deslumbradoras promesas al inmigrante y al capital extranjero.” No de más esta decir que dejó a sus herederos 65000 hectáreas y que quedaron en manos de 67 propietarios quedaron seis millones de hectáreas. No solamente eso, sino que colegios y hasta un pueblo del país lleva su nombre.
¿Qué tiene que ver esto con Boca? Ya lo sabrán.
Como decía, Buenos Aires me genera una relación de amor/odio constante. El amor obviamente es por Boca. Boquita, mi Boca y La Boca. Ese eso que me lleva todas las veces allí. Todos mis caminos conducen a Boca. Y a una de las personas más influyentes e importantes del pasado siglo XX.
Hoy se cumplen 30 años del Metropolitano de 1981 que tuvo a Diego Armando Maradona como figura.
Ese “gordito” acusado por Gatti que le había metido 4 goles, llegaba a Boca, luego de que lo quisiera River. El primer partido fue el 22 de Febrero de aquel año en una Bombonera colmada frente a Talleres de Córdoba. “Chocolate” Baley reaccionaba como lo harían varios arqueros más tarde: se resignaría ante los penales y ante la magia de diego.
En un equipo con figuras como Brindisi el ancho de bastos según Marzolini, técnico del equipo, era el socio ideal del ancho de Espadas. Un pibe de rulos que con su amigo delantero metieron 33 goles. 34 fueron los partidos que estuvo Córdoba, uno de los jugadores más importantes y el único presente en todos los enfrentamientos. Además el que le tiró el centro a Diego en el partido recordado donde metiera el gol más lindo de los clásicos contra Fillol – de ese partido ya escribiremos – .
Fue un torneo donde se ha visto una de las camisetas más hermosas de la historia. Las estrellas en el pecho, en la parte izquierda, ahí donde esta el corazón, iban de la mano con la zurda de Maradona.
El torneo donde San Lorenzo se fue a la B. Donde el Pantera Rodríguez cuidó bien el arco dejado por Gatti, donde el mismo “Loco” después de una apretada de la 12 entre semana antes de Estudiantes en el partido salió gambeteando le pasó la pelota al mono Perotti que fue hasta el arco y metió el gol.
Podría seguir escribiendo cosas de este torneo, aunque no quiero cansar y además el compañero Nicolás Carrizo ya hizo una nota que vale la pena leer. Yo quise ir un poco más allá. Quise dejar en claro lo que fue Maradona y lo que comenzó a ser desde esos momentos.
Por eso, volviendo al principio, esos caminos que me llevan a Boca, una vez me llevaron al monumento que le hicieron a Diego y está en el Museo. Ahí es cuando dije por segunda vez: ¡Qué hijo de puta! Pero de otra forma, con amor, con pasión, admiración perpetua, inquebrantable, ideológica, eterna. Y ahí es donde se relaciona con lo primero. Porque desde que fue el ídolo de la Mitad más uno del país, después se transformó en el icono o uno de los íconos de la argentinidad. De ir a diferentes lugares y que te lo nombren relacionándolo con el país. Ese tipo, el mejor de todos, el mismo que dijo que llegaba a Boca por el viejo y por él, es uno de los hinchas más fanáticos de Boca. Es bostero y lo demuestra y demostró siempre. Dentro y fuera de la cancha.
Ese tipo tiene una estatua, un monumento aunque debería tener más cosas. Calles, colegios, un pueblo con su nombre. Porque Diego no mató a nadie, si hizo algún mal se lo hizo a él. Porque si bien ya era Diego antes de ir a Boca, cuando salió de Boca ya era Maradona. Ya era lo que fue después.
Se cumplieron 30 años del metropolitano 1981 logrado por Boca y Diego Armando Maradona. Eso fue una de las tantas cosas que marcaron a fuego la relación entre Maradona y Boca, Boca y él, él y yo. Sé que aparecerán muchas cosas de Maradona escritas por mí. Tal vez no es lo más original ni lo mejor, pero necesitaba escribirle una vez más a Diego.
A 30 años del Metropolitano 81… gracias “D10S” por ser de Boca. el más grande entre los grandes. Eterno ídolo y defensor del azul y oro. Amén.