Boca, por momentos, queda descompensado a la hora de retroceder y padece algo que antes no: la vulnerabilidad en defensa.
Miguel Ángel Russo piensa, analiza y busca cómo encontrarle la vuelta a los problemas que padece su equipo dentro del campo de juego. El Xeneize tiene varios jugadores de jerarquía individual, pero todavía no lograr ser regular en cuanto a lo colectivo y en algunos partidos deja bastante que desear.
Cuando la agarra Tevez, la gente se ilusiona; cuando la tiene Cardona, algo bueno puede suceder; los desbordes de Villa hacen levantar a propios y extraños de la silla; las gambetas de Toto Salvio, prometen más de la cuenta. Sin embargo, la cosa no anda del todo bien a la hora de retroceder. ¿Por qué? Porque se rompen las líneas y el doble 5 queda demasiado solo para contener los ataques rivales.
La mejor versión de la zona central, en el ciclo Russo, se vio con Campuzano y Pol Fernández, quien ya no forma parte del club. Luego de la salida de este último, el nivel disminuyó muchísimo y el DT no pudo suplir su ausencia. Ni con el Pulpo González, ni con el juvenil Capaldo y tampoco con Alan Varela, una de las joyas de las inferiores. ¿Llegó el momento de probar con tres volantes, tal como solía jugar Carlos Bianchi?
Por qué no pensar en la zona central del campo con Campuzano, Varela y Capaldo. Por qué no liberar un poco más a Edwin, para que se encargue únicamente de generar juego, y liberarlo de cualquier responsabilidad de marca. Por qué no jugar con dos puntas (podrían ser Carlitos o Mauro y Villa o Salvio) y exigirle un mínimo sacrificio al extremo para quedar más compactados a la hora de retroceder.
Boca sabe que con lo hecho hasta ahora le alcanza para competir en el certamen doméstico, pero no en la Copa Libertadores de América. Dentro de pocas semanas comenzará su participación en la edición 2021 y tendrá la obligación, al menos, de ser un equipo más competitivo y combativo. Porque lo ocurrido en Santos no puede repetirse nunca más.