La derrota contra Deportivo Pereira entró en la categoría de partidos que nos dejan llenos de bronca durante las horas posteriores. El sentimiento no solo se desata por el resultado, sino porque no hay que ser un experto en fútbol para darse cuenta que ellos no tienen mucho más que este Boca en construcción.
“La Copa son detalles”, dicen los que saben. La frase, un tanto antigua y trillada, no pierde vigencia. La historia en Colombia venía controlada, con algunos picos altos en el rendimiento colectivo, pero el equipo durmió a la salida de un lateral y pagó carísimo la distracción. Nunca es tarde para agarrar el manual de la Libertadores.
La crítica constructiva ayuda. Medina debe tener más minutos en cancha, hay futbolistas que deben sacar ese famoso plus necesario para vestir esta camiseta y contra esta clase de rivales hay que imponer condiciones desde el minuto uno. Los errores, al igual que los aciertos, se marcan.
Pero más allá del oportunismo de algunos en las redes sociales, el panorama no es desolador como sí lo era hace dos meses atrás. Todavía quedan dos partidos, ambos en La Bombonera y con nuestra gente a favor, y sacando tres puntos casi que se abrocha el pasaje a octavos de final.
Boca deberá entender que para ponerse la pilcha de candidato deberá convertirse en un equipo confiable, sobre en esta clase de compromisos ante rivales de menor calibre. Lo dicho anteriormente: no queda otra que confiar en el laburo de Almirón, el gran responsable de que la llama de la ilusión este encendida.