Hay una realidad que nos duele: queda muy poco del Boca que se vio en los primeros meses del año. Ya no está ese equipo que era sólido en el fondo, que tenía juego fluido en el mediocampo, que mostraba intensidad para avasallar a sus rivales y que imponía condiciones en cada partido pesado que le tocaba afrontar.

Cuando nos toca jugar en La Bombonera, la imagen es una. Pero cuando salimos de casa, y tenemos que demostrar de visitante, es otra. Las estadísticas y el nivel colectivo e individual de los jugadores así lo indican. La irregularidad nos convirtió, lamentablemente, en una moneda al aire cada fin de semana. Por suerte, el partido más importante del campeonato es en Brandsen al 805.

Diego Martínez tambalea. Un poco por las constantes operaciones de cierto sector de la prensa, que habla de nosotros hasta por las dudas, y otro poco por errores propios. El entrenador parece haber perdido el rumbo y algunas decisiones resultan un tanto ilógicas. Es momento de volver a las bases.

Martínez en La Bombonera.

Martínez en La Bombonera.

Lo que ocurra este sábado frente al rival de toda la vida marcará, sin dudas, el futuro inmediato del director técnico. Nada importará más que el resultado final del choque ante River, pero las formas tendrán un lugar importante a la hora del análisis que se haga cerca de las 19 horas. Por lo tanto, el Xeneize tendrá que dar un plus respecto lo que se vio en Avellaneda contra Racing.

“Respaldamos a Diego Martínez, es nuestro entrenador. No podemos andar aclarando cosas todos los días”, sostuvo Raúl Cascini, miembro del Consejo de Fútbol, hace pocas semanas en una charla con Radio Mitre. Sin embargo, más allá de la banca pública al DT, puertas adentro saben que lo que suceda este sábado inclinará la balanza para un lado o para el otro.

En el Monumental, cuando dirigió su primer Superclásico, pasó el temblor, se acomodó y redondeó un aceptable clásico. En Córdoba, por los cuartos de final de la Copa de la Liga, desplegó un buen fútbol, fue superior y lo eliminó con justicia. El escudo, la camiseta y la historia marcan que en esta clase de compromisos está prohibido especular: llegó el momento de que el Boca de Martínez vuelva a ir al frente. Tiene con qué.