Cuando Miguel Ángel Russo estaba a punto de llegar a Boca para su tercera etapa como director técnico, Nicolás Russo lo llamó. El presidente de Lanús, amigo del entrenador, se preocupó por su salud y le pareció una medida fuerte en su delicado estado. “¿Vas a ir a dirigir a Boca, Miguel?”, le preguntó. La respuesta del técnico fue clara y explica esta despedida en plena actividad: “Cómo no voy a ir, si en Boca salí campeón de la Copa Libertadores”.
El fútbol le daba vida. Lo dijo siempre. Y Juan Román Riquelme lo sabía más que nadie. La conexión entre ambos nació en 2007, cuando compartieron aquel Boca que terminó siendo campeón de América. Román solo compartió aquel primer semestre y el viaje a Japón de fin de año, por el Mundial de Clubes, pero ese tiempo sirvió para forjar una amistad que siguió durante todo este tiempo. Y que fue la que derivó en un pacto de amor por la vida y por Boca hace tan solo unos meses.


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Russo ya no estaba bien de salud cuando se encontraba en San Lorenzo y al principio su familia no entendió el deseo de ir a Boca en ese estado. Consideraban que no era el momento. Mucha gente de su entorno se oponía. Pero él quiso hacerlo igual. “Mi familia primero se asusta. Pero ellos saben cómo soy yo”, dijo en la previa del Mundial de Clubes, ya en Miami.
La charla con Juan Román Riquelme fue clave. El presidente le preguntó cómo estaba y la respuesta de Miguel fue la que marcó su tercer ciclo: “Si me va a pasar algo, que sea en Boca”. Con esa inigualable complicidad que tienen los amigos, Russo y Riquelme acordaron la llegada del entrenador para que el cierre de su vida sea como él quería: en una cancha de fútbol y con la ropa de Boca puesta. Esa que lo acompañó hasta en sus últimas horas.

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“Miguel necesitaba del fútbol. Su vida era estar trabajando y de desafío en desafío”, analizó Nicolás Russo hace algunas horas, entendiendo que aquella respuesta que le dio Miguel no era solamente una decisión futbolística. Era una elección de vida. De elegir como terminarla. Y de un pacto con un gran amigo que le abrió las puertas de Boca para que hoy el mundo del fútbol lo despida a lo grande.