Estamos en la época en que las ovaciones a los jugadores llegan demasiado rápido. Quizá, el hecho de que los futbolistas duren cada vez menos en los clubes hace que los procesos se aceleren y el grito desde la tribuna baje con cierta anticipación. Pero hay algunas que valen la pena.
La goleada ante Monagas en La Bombonera no solo sirvió para dejar a Boca en el bombo de los primeros, sino también para reconocer públicamente a uno de los juveniles que hace tiempo demuestra que no le pesa la responsabilidad de vestir la camiseta más grande del país: Cristian Medina.
Por más que el nivel futbolístico colectivo del Xeneize todavía está lejos de tocar su techo, y a veces deje mucho que desear, él no se esconde, las pide todas, va al frente aún cuando la cosa no anda bien y hace fácil algo que es realmente complicado: entregar casi siempre bien la pelota.
Perfil bajo, sin demasiado ruido en los micrófonos, pero con más de 100 partidos en Primera. De Moreno a La Bombonera con el deseo de dejar su huella en el club que le dio la posibilidad de ser. A los buenos hay que reconocerlos.