“En mi ciudad somos así. En La Banda somos gente que da mucho amor. Mi familia me dio mucho amor y yo soy así”. Exequiel Zeballos (La Banda, Santiago del Estero, 24 de abril de 2002) declara con una sonrisa gigantesca. A veces junta sus manos por detrás de su cintura y habla mientras mira el suelo. Vive así: humilde y alegre. Y así se maneja. El chico que fue figura en el Superclásico que Boca le ganó 2 a 0 a River atraviesa los dolores y las penas con felicidad ¿Contradictorio? No en él.
El Changuito encara por izquierda. Agropecuario y Boca empatan 0 a 0 en 7 minutos de juego. Copa Argentina 2022. Milton Leyendeker le da una patada que le destroza el tobillo derecho. El árbitro Nicolás Ramírez (el mismo que dirigió el último Superclásico) muestra la amarilla, pero sus asistentes lo corrigen. Roja. Zeballos es intervenido quirúrgicamente. Permanece casi 5 meses inactivo.
Fueron 5, en total, las lesiones que padeció. Problemas de meniscos, tobillos y rodillas. Y la peor: ruptura del ligamento cruzado anterior y menisco externo de la rodilla derecha en el 4 a 3 de Belgrano ante Boca en 2023. Se fue llorando de la cancha. Había ingresado hacía 9 minutos. Estuvo 264 días sin jugar: casi 9 meses (7 hasta que volvió a entrenarse).
“La vida es así. Tenés que seguir para adelante. Las lesiones no son cosas malas, son experiencias que te tienen que pasar. Estos 7 meses lo importante fue siempre estar con felicidad. Estuvo mi novia embarazada, nació mi hija…”, le dijo a El Canal de Boca en 2024. Zeballos no es un Ave Fénix porque esa figura de la mitología griega muere luego de encenderse en llamas y se vuelve cenizas antes de renacer. En cambio, el Chango logra resurgir a través del cariño, la paz y el amor y elige rodearse de los seres más queridos.

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El inicio y el sufrimiento por alejarse de la familia
De chico le decían Pala por sus características similares a las de Rodrigo Palacio, una de las figuras de Boca más importantes de este siglo. Fanático del ‘Xeneize’ desde purrete, a los 13 años contó en un video que su sueño era “jugar en La Bombonera y tirar magia”. El que grababa era Diego Mazzilli, el captador de talentos que trabajó durante 20 años en el ‘Único Grande’ (hoy director de las juveniles de Tigre) y descubrió al muchacho santiagueño cuando exhibía sus gambetas en la escuela de fútbol infantil de Jorge Donis en el torneo Sueño Celeste.
“La madre me dice que soy su segundo papá. Tengo una debilidad por él. Es un chico que los primeros días en la pensión lloraba. Lo llevamos despacio, lo contuvimos, se podía deprimir y después de las charlas respondía con cuatro goles”, declaró Mazzilli en Clarín en 2024. El chico jugaba prestado en Jorge Donis, puesto que Sarmiento La Banda era el club donde había dado sus primeros pasos y en el que mayor tiempo permaneció en esa época.

Exequiel Zeballos, junto a Diego Mazzilli.
René Eduardo ‘Pinino’ Ruiz vistió la camiseta de Independiente en 1983 e hizo lo propio entre 1986 y 1987 con Central Córdoba de Santiago del Estero, el club de su provincia natal, entre otros cuadros. ¿Sus inicios con la pelota? En Sarmiento La Banda. Fue el primero que posó sus ojos sobre Zeballos. Él le puso Pala. “Cuando lo vi por primera vez me dio la impresión de que era muy desfachatado para jugar por la edad que tenía. Era una criatura, pero ya tenía la actitud de querer gambetear, era rapidito y le apasionaba la pelota”, señaló Ruiz en TyC Sports en 2021.
A Boca arribó en 2011, pero nada es fácil en la carrera de un futbolista. Su familia lo ayudó mucho. Oscar, su padre, y Lissy Rodríguez, su madre, lo acompañaban en los casi 1.100 kilómetros que hay entre La Banda y Buenos Aires para participar de pruebas de apenas 15 o 20 minutos. Estuvieron un año pagando comidas, micros y hoteles hasta que llegó la difícil decisión de que el futuro futbolista profesional se mudara a la pensión del club. “Exequiel cada tanto dormía con su mamá. Dejó todo para irse a la pensión. Fue duro”, recordó Oscar.

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A los 12 años logró quedar en las juveniles, pero, como contó Mazilli, el distanciamiento familiar lo pudo haber llevado a una depresión. Un chico santiagueño y la soledad de una habitación que se hace inmensa y de una vida que se hace eterna. Ningún ser querido cerca. La lucha del jugador argentino. Mamá lo sabía bien. Cuando su hijo fue citado por Lionel Scaloni a la Selección Argentina en 2021 (ofició como sparring), Lissy Rodríguez contó: “No lo podía creer. Lo primero que me vino a la cabeza fue ese día que dejaba ir a mi hijo a otro lado con 12 años. Se me estremecía el corazón. La mitad de mi alma se iba con él, pero siempre bendiciéndolo y deseándole lo mejor” (Diario Panorama, 2021).
Llegada al club y su resiliencia
El 29 de noviembre de 2020 debutó en la Primera de Boca. El entrenador: Miguel Ángel Russo. Fue en el triunfo 2 a 0 ante Newell’s. Cinco años más tarde, en el regreso al club para su tercer ciclo, el DT tuvo que remarcar, ante la insistencia porque pusiera en el equipo al oriundo de Santiago del Estero, lo siguiente: “Estoy esperando el tiempo y el momento para hablar con Zeballos. Lo puse yo en Primera División. Lo conozco bien”. Algo sabía de curar con amor y paciencia. El Changuito, después del último Superclásico, expresó: “Miguel es una persona muy importante en mi vida. Tuve una charla con él que me voy a guardar”.
‘Resiliencia’ fue la palabra que Zeballos se tatuó en la parte derecha de su cuello. “Me lo hice después de la lesión del tobillo. Son 15 años nada más que uno juega al fútbol. Yo trato de hacer todo con mucha felicidad porque se corta”. Lo tiene muy claro. Y el entorno también lo ayuda. Leandro Paredes fue clave en él. Charlas, consejos y acompañamientos. “Se mueve más o menos como yo: con cariño, con amor. Todo el que está acá adentro lo ama porque es un chico espectacular”, dijo el 5 de Boca.

Exequiel Zeballos y su tatuaje de “resiliencia”.
De La Banda a La Boca. Del suplicio de los viajes al disfrute de un gol en un Superclásico en la mismísima Bombonera, el recinto donde soñaba tirar magia. De las lesiones que a cualquiera pueden romperlo mentalmente a tener su primera hija y disfrutar de la nueva familia. De Pala a Changuito. Exequiel Zeballos exhibe sus enormes cualidades como futbolista, pero incluso más como persona porque entiende que todo se cura con amor.




