Boca fue otro Boca en el Monumental y le hizo caso al pedido de la mayoría de los hinchas: no especular ante el rival de toda la vida. El equipo de Diego Martínez fue al frente en el Superclásico, supo sufrir, mostró rebeldía tras ir en desventaja y terminó mejor parado que River.
El correcto desempeño del Único Grande puede explicarse desde diferentes lugares, pero hay varias cuestiones a tener en cuenta para analizar el empate en uno que deja el historial tal cual como venía.
El gol de Medina, una muestra de buen juego
La elegante salida de Equi Fernández. La paciencia para trasladar la pelota hacia campo rival. La buena cantidad de sociedades para llevar el juego de derecha a izquierda. La claridad de Blanco para desbordar y llegar al fondo. El oportunismo de Medina para estar donde tienen que estar los volantes ofensivos. Go-la-zo.
Jugadores con la actitud y personalidad necesaria
Cristian Lema soportó la presión de su primer Superclásico y se mostró firme en defensa. Lautaro Blanco dejó en claro que puede ser el 3 titular de Boca de aquí en más. Medina y Equi, dos juveniles, jugaron como si tuviesen 10 años de carrera. Saralegui, debutante en esta clase de compromisos, jamás sintió la presión. Es necesario que los que cuentan con el privilegio de defender los colores del pueblo respondan dentro del campo.
No darse por vencido ni aún vencido
Boca empezó mal el partido, pero luego se acomodó y controló la situación. Sin embargo, en el inicio del segundo tiempo recibió un mazazo: River se puso en ventaja gracias al gol de Pablo Solari y el panorama parecía poco alentador. Pero el Xeneize siguió intentando, no le escapó a la presión de ir en busca del empate y lo logró tras el golazo de Medina. Toda una muestra de carácter de cara a lo que viene. Sin dudas, esto debe ser un punto de partida para los dirigidos por Martínez, quien salió fortalecido de su primer Súper.