El gol de Carlos Tevez sobre la hora, la dramática definición por penales, la atajada del Pato Abbondanzieri a Maxi López y la definición de Javier Villarreal cumplen 20 años. Sí, pasaron dos décadas de la eliminación de Boca a River en el Monumental y todavía hay historias que no salieron a la luz.
Una de ellas es la de Julio, un bostero de ley que se infiltró en Núñez para acompañar a su equipo y vivió el partido desde la tribuna Centenario Alta, donde habitualmente iba la parcialidad xeneize en épocas de público visitante.
“Ya sabía que se iba a poner peligroso, estaban buscando infiltrados en las tribunas, estaba bravo el clima. Me replantee un montón de veces el hecho de estar ahí. Ellos estaban identificados por River, con una bandera o un gorrito, y yo tratando de disimular ahí. Era una mezcla de sensaciones“, empieza contándole en exclusiva a Planeta Boca.
La decisión: por qué decidió ir igual a ver a Boca aquella noche
“Después del empate en nuestra cancha, y con la problemática y todo lo que se jugó en ese partido, volvimos con la certeza de que la clasificación estaba ahí, en Núñez, contra nuestro eterno rival. En la semana se fue procesando y decidí tratar de infiltrarme. Lo pensé mil veces, mil veces me decidí y mil veces me arrepentí, pero definitivamente el día del partido llegué del trabajo y estaba seguro que iba tratar de entrar“, cuenta Julio, quien acompaña al Xeneize a todas las canchas desde hace varias temporadas.
Otra odisea: conseguir la entrada
“Ellos ya habían agotado las entradas antes del partido de ida que se jugó en La Bombonera. En ese momento había menos posibilidad de comprar una reventa. Cuando decidí ir a la cancha, me fui mucho tiempo antes, dejé el auto pasando Avenida Monroe y Cabildo, en el estacionamiento de siempre cuando iba a ver a Boca de visitante ahí. Me fui vestido de civil, pero mi señora tenía una camiseta de River, que le habían regalado, y me la llevé por las dudas. Se rumoreaba que iban a estar buscando infiltrados en los alrededores“, dice Julio.
“Llegué temprano, fui caminando sin entrada, sin nada. Había dos cacheos. Los fui pasando porque en cada cacheo esperaba la oportunidad de que se liberara un poco y controlen menos. Hasta que llegué una hora y media enfrente de la tribuna Centenario, donde siempre van los visitantes, y dije ‘prefiero ir para ahí’. Cuando vi la posibilidad, me subí a una pared y cuando vi los disturbios, pegué dos saltos y en el tercero creo que ya estaba subiendo las escaleras. Increíble, ja“, agrega.
Ya instalado en la tribuna: sensaciones de partido
“Como dije, estuve en la tribuna Centenario, a un costado y tratando de hablar lo menos posible. Hay dos sensaciones que no voy a olvidar: una es cuando hace el gol Tevez, que dije ‘este partido es nuestro’, y otra cuando convierte Nasuti sobre la hora, donde volví a replantearme el hecho de estar ahí. Fue una amargura total este último momento, pero pasó y por suerte todo terminó bien”, explica el fanático de Boca.
El gol de Tevez y los penales: la procesión va por dentro
“Cuando hizo el gol Carlitos fue un silencio donde se escuchó solo el estallido del banco de suplentes de Boca y hasta el grito del Pato en el otro arco. Es muy raro estar de visitante, de infiltrado y más en un partido tan definitorio“, relata.
Y se mete en la escena principal de una película que jamás se olvidar: “Llegaron los penales. Ellos, al haber hecho el gol sobre la hora, estaban bastante confiados, pero yo lo veía a Bianchi hablar bastante con los jugadores y me dejaba llevar por Abbondanzieri y los más grandes, que no paraban de animar a los más pibes de aquel plantel”.
“El mano a mano de los penales fue muy justo. El Pato atajó el que tenía que atajar, los pibes de Boca y los grandes estuvieron a la altura. Cuando se dio la clasificación fue impresionante como se escuchaba el gol y el festejo de los jugadores de Boca. Era impresionante verles las caras a ellos, es algo que no me voy a olvidar nunca“, concluye emocionado.
Clasificados: cómo fue salir de la cancha entre medio de la gente de River
Otro momento crucial de la travesía de Julio a Núñez: “La salida de la cancha es algo que queda en mí para siempre. Iba bajando las escaleras y escuchaba ‘con estos no tenemos que jugar más, nos tienen de hijo, hay que tratar de evitarlos, no les ganamos más'”. Esas cosas, de verdad, me las llevo en el alma. Están en mis oídos para siempre y es una maravilla. Nosotros, los de Boca, somos diferentes. El hecho de tenerlos tan cerquita me demostró que nunca, pero nunca, nosotros vamos a querer ser como ellos. No alientan, viven el partido de manera fría, es algo que no puedo entender“.
“Salí de la cancha y me fui caminando para el estacionamiento. En ese momento tenía un celular muy chiquito, de esos con tapita que ya no hay. Yo solo quería habar con mi gente, mis amigos, mis hermanos que se habían juntado a comer. Me encontré un teléfono público, metí una moneda y los llamé. Les decía ‘cuéntenme que está pasando’ porque pasaban ellos y no podía decir nada. Después agarré el auto, me fui para casa y veía todos los puentes de Panamericana con gente de Boca con las banderas, esperando que pasen las gallinas en la vuelta de la cancha. Era una fiesta. Cuando gana Boca, el país está de fiesta. Sinceramente es así“, concluye.