En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, un simple homenaje para uno de los más grandes.
Se nos fue, tal como catalogó Marina Zucchi, quien fue “el mejor 3 del mundo y el más hermoso”. Se nos fue Marzolini. Se nos fue Silvio. Un nombre y un hombre hecho por y para Boca.
Se nos fue el que jugaba de galera y bastón. Quien nació en el mismo año que se inauguró La Bombonera y que, hasta la llegada de Riquelme, fue el que más jugo en ella. Se nos fue una parte muy importante de nuestra historia. De nuestro ADN, de nuestra gloria.
Se fue Silvio. Para que lo convirtamos en leyenda, para recordarlo y revivirlo siempre.
El caballero de la fina estampa
Silvio Marzolini hubiese cumplido el próximo 4 de octubre sus 80 años. Nació en el Barrio de Belgrano, tierra riverplatense por excelencia, en 1940. Pero, desde siempre supo que el amor por Boca sería más fuerte. Él y su hermano jugaron al básquet en el rival de siempre, pero también gritaban los goles de los contarios en sus instalaciones. Habían llegado allí, por decisión de su padre de fomentarlo en el deporte. Pero sin querer, la que más lo hizo fue su madre, en el contexto de una epidemia de escarlatina. Los cuarenta días en que estuvo encerrado sólo la vio a ella y escucho las recomendaciones de que no tocase nada. Esa pulcritud, tal como cuenta en el libro “Desde el Alma”, lo acompañó en la vida y en la cancha.
Marzolini comenzó su vida futbolística en Deportivo Italiano, para luego llegar a Ferro Carril Oeste. Allí aprendió a jugar sin lastimar. Solidaridad con el rival, y buen pie para no perder la pelota. Un sello distintivo que no solamente lo llevó a Boca, a quien enfrentó en su primer partido como profesional, si no a la Selección y a disputar dos mundiales: 1962 y 1966 (donde fue elegido el mejor número 3).
En Boca jugó jugó 408 partidos en los doce años en los que estuvo hasta 1972. Consiguió seis títulos como jugador, tres de Primera División en 1962, 1964 y 1965, además de los Nacionales en 1969 y 1970 y la Copa Argentina 1969. También fue el artífice del título del Metropolitano 1981 como entrenador, que Boca consiguió con Maradona y Brindisi a la cabeza. Se volvió a poner el buzo de DT en 1995, para dirigir nuevamente al “10” pero no terminaron festejando.
Su debut fue el 3 de abril de 1960. No parece casualidad esa fecha para él, que bien supo hacerse valer. No siempre hay que salir embarrado, para ser valiente. Ni tirarse al piso para marcar un antes y un después.
Si Silvio jugara en estos tiempos cobraría millones solamente por imagen, además de su buen juego. Le tocó jugar en otro fútbol, en otra parte de la historia. Tan diferente que hasta tuvo que hacer el servicio militar, mientras jugaba en el Club de sus amores.
Y antes de ser protagonista de las historias de amor de millones de mujeres. Llamados por teléfono, cartas recibidas de a montones, para el que amaba a Boca y a su mujer, que fue atacada en pleno casamiento por una enamorada de Silvio, que la envidiaba. En las inferiores lo había descubierto “Nano” Gandulla. En las calles, todas las miradas de las mujeres que hicieron que lo llevaran al cine.
Antes de su tristeza y depresión por dejar de jugar, cuando con 32 años el presidente Armando le diera el pase libre por haber sido uno de los que encabezó la huelga de 1971 para que los jugadores fuesen considerados trabajadores, y de dedicarse a la venta de artículos deportivos Silvio fue protagonista de películas como Cuando los hombres hablan de mujeres y Paula contra la mitad más uno.
El corazón que casi se detuvo y siempre anduvo por Boca
En la película nombrada anteriormente, aparecen las imágenes a color de la vuelta olímpica en el Monumental en 1969. Fue por el Nacional de ese año y que lo tuvo como capitán. La historia es conocida, los de Núñez abrieron los grifos para evitar lo inevitable. Marzolini lo contaría así:
“Nos habían pedido que ni se nos ocurriera dar la vuelta olímpica, pero con los jugadores ya habíamos decidido que la dábamos igual. Nos abrieron los grifos que había al costado”.
Contra ellos tiene el récord de superclásicos oficiales disputados: 37 (14 triunfos, 14 empates y 9 derrotas). Contra ellos, vio la felicidad inolvidable de su compadre y mejor compañero Antonio Roma, cuando atajó el famoso penal a Delem.
También contra ellos vio uno de los goles más hermosos de los superclásicos, en los pies de Maradona. Fue en 1981, cuando Silvio había vuelto a su casa, a su lugar en el mundo, para dirigir al primer equipo. Ganó el Metropolitano, pero también se ganó un by pass coronario y una inversión de tres atados de cigarrillos por día. Había que salir campeón sí o sí, teniendo al mejor del mundo. Y él lo sabía.
La segunda vez que dirigió al Diego y a Boca, fue en 1995. Pero no pudieron festejar.
Gracias Silvio
En mi adolescencia, cuando hice un libro de poemas a Boca, le escribí a Silvio. No debe ser de lo más lindo que le hayan puesto, pero sí muy sentido. Tanto, que en 2011 cuando lo conocí, la emoción fue muy grande y el “Gracias” muy chico.
El Silvio Xeneize
Marzolini, el mejor
lateral izquierdo del mundo entero
Los que lo vieron saben muy bien de esto.
Descubierto por Gandulla,
destacadas su eficiencia y categoría
para que al llegar en 1960
se quedara en el corazón de la mejor
hinchada argentina.
En el ’66 fue elegido,
el mejor número 3 del mundo
aunque alto para su puesto,
por su juego a más de uno dejaba mudo.
Obtuvo el Metropolitano
del ’81, cuando
Campeón con Diego salió.
Y por su popularidad,
años antes al cine llegó.
A Boca lo llevó
desde su infancia en el alma,
Igual que la 12 Silvio, que siempre te aclama.
Con 12 años en el club,
dejaste un recuerdo imborrable.
Fuiste uno de los mejores.
Fuiste uno de los más grandes.
Se nos fue el que decía “Yo soy Boca” y lo confirmaba con su apariencia de ojos azules y el pelo rubio, casi dorado. Se nos fue el que puso su cuerpo y corazón por Boca. El que dijo que cumpliendo su sueño, alegró a millones. El que el que no aceptó actuar en una película porque su personaje se moría. Tal vez no entendió que las glorias como él, nunca logran eso.
Se fue Silvio. Para que lo convirtamos en leyenda y revivirlo siempre, cada vez que nos llegue su mística y su recuerdo.
Un abrazo a donde estés Silvio querido.