Soldano, una de las fijas de Russo, volverá a ser titular e intentará romper con su sequía goleadora. Boca lo necesita afilado.
Franco Soldano, el delantero que juega de 9 pero que no tiene alma de 9, se convirtió en una pieza fundamental para el funcionamiento del equipo de Miguel Ángel Russo. Desde que el entrenador arribó a Boca, lo eligió y lo sostuvo a lo largo de los partidos. Pero, más allá de la correcta labor colectiva del jugador, hay algo que le falta: gol. Y esto no es un tema menor.
El nacido en Sunchales, provincia de Buenos Aires, solo anotó en dos oportunidades con la camiseta de Boca en 17 partidos oficiales disputados. Su promedio (0,12), comparado con el de otros colegas es demasiado bajo. Sin embargo, el exUnión ofrece algo que no todos pueden dar, sacrificio y disciplina táctica.
Soldano hace el famoso “trabajo sucio y silencioso”, defendiendo las pelotas paradas en contra y hasta convirtiéndose en un volante más a la hora de retroceder para que Carlos Tevez, con 36 años en el lomo, pueda descansar cuando el equipo pierde el balón. ¿Alcanza eso para un hombre que vive del gol? Por el momento, sí.
Boca no padece la falta de contundencia en el arco rival y descansa en la jerarquía de Eduardo Salvio, el propio Carlitos y hasta incluso en el aporte de Wanchope Ábila, quien se encuentra lesionado y recuperándose de otro desgarro. Pero, por más que no se note, necesita que Soldano se amigue con la red.
Esta noche, en Medellín, Franco tendrá una nueva oportunidad. Sin tener que demostrarle nada a nadie, porque no está en deuda, irá con la ilusión de volver a llenarse la boca de gol para empezar a transitar el camino que todo centrodelantero necesita. Que sea la noche de Boca, que sea su noche.