Termina el partido, Boca queda eliminado de la Copa Argentina, los jugadores van al vestuario, pasan los minutos y Juan Román Riquelme decide hablar con la prensa.
El presidente de Boca, dolido por el 3-4 final, se muestra enojado y empieza a declarar. Instantáneamente, uno puede darse cuenta que su bronca lógica lo nubla. Las frases que salen al aire de TyC Sports van en contramano con el sentir del hincha genuino de Boca.
El partido fue todo menos divertido. El año casi que no tuvo momentos buenos, salvo aquella eliminación a River. Los jugadores carecen de inteligencia en momentos claves. A Boca se lo va a exigir siempre más que al resto, y está bien que así sea: la grandeza máxima tiene un precio. El presidente opina casi que lo contrario.
La autocrítica es necesaria, pero debe ser coherente y tener sentido. Sobre todo, cuando del otro lado de la televisión, de la radio o del celular hay gente dolida por una buena frustración. De lo contrario, es mejor el silencio, ya que a veces es salud.
El año va muriéndose. Al calendario le quedan cada vez menos hojas. Una nueva frustración deportiva se suma a la mochila, que cada vez es más pesada. Por eso, por favor, trabajo y perfil bajo: desviar el foco y tirar frases y términos incorrectos no pareciera ser el camino correcto.