Boca está hundido en una crisis futbolística, pero de verdad. El equipo hace 11 partidos que no gana, ya entró en las páginas negras de la historia del club, se arrastra en la cancha, carece de rebeldía y está cada vez más lejos de ganarse el respeto del hincha.

Responsables hay muchos: los futbolistas, los dirigentes, el Consejo de Fútbol y, sin dudas, Miguel Ángel Russo. El entrenador, que dice tener fuerza para revertir esto, no le encuentra la vuelta. Sacando el primer tiempo ante el Benfica y un ratito contra el Bayern Múnich en el Mundial de Clubes, los suyos nunca pudieron imponer condiciones en lo que va del ciclo.

El respeto por Miguel jamás se perderá. Los títulos y los momentos felices estarán para siempre en la memoria colectiva del pueblo boquense. Sin embargo, su trabajo y el de su grupo de trabajo empieza a ser mirado de reojo. Y está bien que así sea porque Boca te exige todo el tiempo, al margen de cómo te llames y lo que hayas ganado en el pasado.

Russo, sin rumbo: decisiones tácticas que no van de la mano con su estilo

Rodrigo Battaglia juega mejor de volante, pero lo ponen de 2. A Lautaro Di Lollo no le sobra nada, pero cada vez que entra, rinde: lo mandan al banco. Milton Delgado, el mejor de Boca en el pasado semestre, se sentó la mayoría de las veces entre los suplentes. Edinson Cavani no está para ser titular, pero lo es. Miguel Merentiel paga los platos rotos cuando debería morir en cancha.

Todo a contramano de lo que siempre indicó el manual de Russo. Uno de los que más nos conoce está desconocido. Cada vez hay menos lugares de dónde agarrarse para creer que esto puede cambiar.

Miguel, uno de los responsables del flojo momento futbolístico que vive Boca. Foto: Getty.

Frases sin sentido que solo generan desesperanza

Nadie puede dudar del conocimiento y la experiencia de Russo para manejar ciertos momentos. Con sus formas y a su manera, Miguel siempre entendió lo que pide y exige el Mundo Boca.

Tapar el sol con un dedo nunca fue una buena práctica. Al fin y al cabo negar la realidad solo genera desesperanza de cara al futuro. El momento que atraviesa nuestro club, en el ámbito futbolístico, nos confunde a todos, inclusive al DT. Ya ni en los micrófonos podemos encontrar a aquel viejo Russo.

Boca había quedado afuera de la Copa Argentina ante Atlético Tucumán en dieciseisavos de final. El enojo se hacía presente en millones desparramados a lo largo y ancho del mundo. Cuando parecía que nada peor podía ocurrir, llegó la conferencia del técnico.

“Yo creo que estamos en el camino de un montón de cosas. Hoy me gustó el equipo, tuvo movilidad por fuera, de los dos lados, tuvo muchas cosas buenas a nivel de equipo”, soltó Miguel ante la pregunta de un periodista. Un mazazo al alma de quienes bancamos su retorno. Así, no va.

El Boca de Russo, expuesto a desprolijidades propias del fútbol amateur

La imagen del confuso cambio de Milton Giménez por Miguel Merentiel, en el entretiempo del partido entre Boca y Huracán, da la vuelta al mundo. A algunos les genera asombro, a otros risas, a varios le sorprende. A nosotros, los bosteros, nos duele. No porque haya salido el uruguayo, uno de los pocos que nos representan, sino porque expone el desconcierto que se vive puertas adentro.

“Había un problemas de papeles con el cuarto árbitro en el banco, nada más. Lo hablamos en el vestuario todo ese tipo de cosas. No le den mucha importancia a todo ese tipo de cosas porque no tiene sentido“, declaró Russo.

Antes de perder ya habíamos perdido. No el partido, sino parte del prestigio. Porque cosas como estas, lo único que hacen es que la imagen de Boca quede en el piso, tirada, hecha un bollito. Los colores se respetan.

Confusión total: Merentiel salió a jugar el segundo tiempo, sin saber que iba a ser reemplazado por Giménez. Foto: captura de TV.

Que Russo vuelva a ser Russo

Sacar un pasaje de avión. Volar, aunque sea por un ratito, al pasado. Llegar al 2007 o al 2020. Meterse en el túnel del tiempo. Reencontrarse con viejas costumbres y dejar de lado prácticas ajenas a la historia de Boca.

Celebré el regreso de Russo, sobre todo después del penoso paso de Fernando Gago, alguien que desconoció por completo lo que se pide en este club, pero esto no hace que la critica constructiva quede guardada en un cajón. Si las cosas buenas se elogian, las malas se cuestionan. Así funciona esto, al menos para quien escribe.

Por eso, Miguel, llegó la hora de pegar un volantazo para cambiar el rumbo de un equipo que no hace otra cosa que amargarle la existencia a quienes darían hasta lo que no tienen por jugar dos minutos en la Primera de Boca. Me niego a creer que su tercer ciclo pueda terminar estrellado contra la pared.