Este texto podría empezar hablando de los 42 goles en 118 partidos oficiales o hacer foco en las 15 asistencias que acumula Miguel Merentiel desde que viste nuestra camiseta. No estaría mal, tampoco, que estas líneas arranquen destacando su temperamento, su personalidad y su carácter para defender los colores que nos atraviesan, aún en esos momentos adversos.

Sin embargo, al margen de darle lugar a datos duros y resaltar algunas de sus cualidades, que reflejan su importancia para el equipo, el foco merece (y debe) estar puesto en algo que por estos tiempos no abunda: la capacidad que tuvo para ponerse del lado del hincha genuino.

Merentiel, uno de los jugadores más queridos por la hinchada de Boca. Foto: Getty.

La gente es agradecida conmigo. Pasé momentos difíciles y me tocó fallarles, pero sigo trabajando“, empezó su declaración tras el empate en Victoria. Segundos después, agregó: “Quiero llegar a la final y demostrar que por algo estamos en Boca. Tenemos que darle para adelante, todos juntos“.

A diferencia de algunos de sus compañeros (Marcos Rojo, por ejemplo) que eligieron mirar para otro lado después de perder el Superclásico y con el fracaso de no jugar la Copa sobre los hombros, la Bestia dejó de lado el ego propio de un futbolista de elite para ubicarse, al menos con las palabras, en la tribuna.

En tiempos donde identificarse con los jugadores cuesta cada vez más y la idolatría futbolera parece ser cosa del pasado, el uruguayo se encargó de encender la llama de la esperanza para volver a sentir ese cariño por quienes tienen el privilegio de ponerse nuestra camiseta.

Sin ánimos de bajar la vara de la exigencia propia de un club gigante como el nuestro, sostengo que no pedimos demasiado, solo que no nos den la espalda, sobre todo en momentos donde las frustraciones le ganan a las alegrías.