Agustín Marchesín necesitaba un partido así. Para recuperar confianza, para ser determinante, para creérsela en el buen sentido, para hacerse gigante bajo los tres palos del arco en donde soñó atajar desde que era chico y para darle, de una buena vez, seguridad a su equipo.
Su estadía en Boca arroja un balance irregular. El recuerdo de lo sucedido ante Alianza Lima, sumado a algunos errores puntuales durante la actual temporada, hicieron que la tribuna lo mire un tanto de reojo y aparezcan los cuestionamientos. Él sabe está lejos de su techo, por eso en sus últimas apariciones públicas se mostró autocrítico. Ahí, en los micrófonos, hizo algo que no es para todos: alinearse con la realidad que vive el hincha.
Las críticas constructivas por parte de quienes queremos que a los nuestros siempre le vaya bien jamás podrán negar las buenas condiciones que tiene Marchesín, un tipo que acumula más de 15 años de carrera, que jugó en Europa y hasta levantó la Copa América con la Selección Argentina en el Maracaná.
Enfocado en hacer lo que mejor le sale, que es atajar, y lejos de elevar el perfil como en algunos pasajes del primer semestre, “Marche” van en busca de lo que alguna vez imaginó cuando era un pibito que se ponía el buzo del “Mono” Navarro Montoya: ser campeón con el cuadro de sus amores. Boca está a tres partidos de cortar la sequía de un par de años sin títulos y Marchesín, a solo tres pasos de vivir algo que tantas veces habrá soñado con la cabeza apoyada en la almohada.
El penal contenido a Mateo Cáceres de Talleres, que hizo estallar a La Bombonera, quizá haya sido el punto de quiebre para que nuestro número uno demuestre por qué lo fueron a buscar. Sin dudas, una dosis de combustible premium en la recta final de un campeonato local que podría darle felicidad a un pueblo entero. Y Boca va…
