Un análisis sobre el rendimiento de Walter Erviti, aquel refuerzo por el cual se pagó una gran cantidad de dinero y que todavía no supo demostrar por qué está en Boca.
En el verano se pagaron casi seis millones de dólares (el pase más el sueldo e impuestos) por ese jugador que tanto pidió Julio César Falcioni, desde que llegó a la institución Xeneize a fines de diciembre. Se invirtió esa gran cantidad de dinero ,casi la misma por la cual se armó un lindo lío cuando hubo que renovarle el contrato Juan Román Riquelme, uno de los máximos ídolos del club, en aquel que también lo era y que la rompía en cada partido que jugaba en Banfield. Y desde que llegó, Walter Erviti todavía no supo demostrar que está para jugar en Boca.
Salvo la segunda fecha del campeonato, en la cual tuvo que cumplir la suspensión ante Racing por haber llegado a las cinco amarillas, el marplatense estuvo presente en las catorce fechas restantes. Tuvo un buen comienzo anotando el único gol en la derrota contra Godoy Cruz, en su debut con la camiseta de Boca pero, hasta el día de hoy, muy poco se vio de ese jugador que brillaba en el Taladro y el partido de ayer no fue la excepción.
Siendo el primer reemplazante de Riquelme, quien sufrió un desgarro en su aductor derecho y estará afuera de las canchas por unas semanas, Walter arrancó como titular con el sistema y la posición que más cómodo le siente: el 4-4-2 y como doble cinco, respectivamente.
En los 69 minutos que estuvo dentro del campo de juego pareció un jugador más del montón. Se paró muy atrás y casi no llegó al área de Arsenal. Corrió mucho, con eso acá en Boca no alcanza, y cada vez que agarró la pelota, en vez de tomar la iniciativa para organizar y crear juego, se desprendió siempre muy rápido de ella. Tirado más hacia la banda izquierda en el segundo tiempo, debido a la salida de Colazo, casi no participó y el ingreso del Burrito Rivero en su reemplazo le dio más aire al equipo.
Otra floja actuación, una nueva oportunidad para Erviti y seguimos contando. A esta altura, ya tendría que haber justificado porque hoy viste la camiseta azul y oro y la cantidad de dinero que se pagó por él. Carlos Portell, presidente de Banfield, mencionó que “debe estar arrepentido de haber cambiado a Banfield por Boca”. ¿Lo estará? Hasta ahora sigue sin demostrar…