Boca tuvo uno de sus peores partidos en el campeonato, pero de todas formas pudo conservar el invicto. Más allá del rendimiento, no es para alarmarse.
Está claro que Boca dio un paso atrás respecto de lo que venía mostrando en los partidos anteriores, pero tampoco puede dejar de observarse que no siempre se puede ganar ni jugar bien.
Ayer el de Falcioni fue un equipo que sintió las dimensiones de la cancha que significaban menos espacio para moverse, pero esa no puede ser la principal excusa de la mala tarde.
El rival presionó bien y aprovechó los costados, en especial el izquierdo donde Clemente Rodríguez no tuvo su mejor tarde, ni a la hora de atacar ni de defender. Fue uno de los encuentros en los que a Boca más le llegaron y en oportunidades la suerte jugó a su favor.
De mitad de cancha para arriba fue más dependiente que nunca de Juan Román Riquelme. Fue el diez quien con algún remate de media distancia o algún tiro libre sacudió con serio peligro la tranquilidad de Nereo Fernández, pero a la hora de armar juego asociado no pudo pesar y en eso tal vez hayan tenido que ver las dimensiones de la cancha: por momentos se producía un amontonamiento con sus habituales socios que incomodaba a la hora de querer buscar por abajo.
Igualmente el punto sirvió para seguir arriba y mantener el invicto. No se pudo jugar bien, pero al menos el equipo continúa sin perder y eso da confianza. Siempre hay partidos donde las cosas no salen, pero eso no significa que haya que preocuparse. Boca ha demostrado que puede dar más y que sabe cómo hacerlo.