Un día como hoy, pero en 1996, debutaba con la camiseta de Boca Juan Román Riquelme, con sólo 18 años. Ese día nació el “Riqueeelme, Riqueeelme”, recordalo con PBJ.

Con sólo haber visto lo que hizo ese muchacho, ese 10 de noviembre de 1996, era de esperarse su idolatría y amor incondicional hasta estos días. En aquella tarde de sol, Boca recibía a Unión de Santa Fe por la decima segunda fecha del Apertura de ese año. El equipo de Carlos Salvador Bilardo promediaba la mitad de la tabla y se presentaba en la Bombonera sin poder ganar desde hacía tres fechas. Necesitado de resultados, el “Doctor” decidió meter bisturí en el equipo y sorprendió a todos con la inclusión de un pibe de 18 años en el primer equipo: Juan Román Riquelme.

“Jugá libre y pedila siempre, hacé lo que vos sabés, como en los entrenamientos”, fue el mensaje del técnico. Y el juvenil, proveniente de Argentinos Juniors junto con otros críos como César La Paglia, Emanuel Ruiz, Fabricio Coloccini o Pablo Islas, cumplió a la perfección.

La primera gran impresión que generó fue la asistencia a Fernando “Negro” Cáceres, para decretar el 2 a 0 final: un pase en cortada perfecto, para dejar solito al exdefensor frente al arquero. Un llamado de atención al hincha…

No parecía su primer partido con los colores de Boca. Su debut en la Bombonera. Desde el primer momento en que tocó la pelota, se supo que se trataba de un distinto. La responsabilidad de jugar al lado de otros monstruos, como Latorre o Pompei, no le pesó para nada. Y en cada contacto con la redonda, los destellos desde sus pies empezaron a florecer.

De a poquito empezó a soltarse aún más. Se animó probando al arco, desde afuera. Bajó el primer “Riqueeelme, Riqueeelme”. Minutos más tarde, acumuló tres jugadores del “Tatengue” al borde del área y con un pase magistral de espalda asistió a Pompei que, sorprendido por la acción, desperdició lo que pudo haber sido el tercero. Bajó el segundo “Riqueeelme, Riqueeelme”. Y hubo un tercero, claro, cuando Román tocó lo que fue la última pelota del partido. Otro “Riqueeelme, Riqueeelme”, y al vestuario, contento y sorprendido ante la respuesta de la gente.

Debutar, romperla y ser coreado por la hinchada, cosas que a muy pocos les pasa. Riquelme fue uno de ellos. ¿Un afortunado? Para nada. Desde ese momento se preveía que su historia en el club iba a ser grande. Hoy, alejado de la institución, es una verdadera lástima no poder disfrutarlo como en ese primer día. Un día mágico, entre tantos, pero el primero, hace 16 años…