Se va el 2020, el año que nos permitió ver campeón a Boca pero nos sacó a Maradona. La tristeza será como el amor hacia Diego, eterna.
Los días pasan, pero el dolor sigue ahí. No quiere irse. Se hace presente a cada rato y nos recuerda que la desaparición física de Diego fue, es y será un verdadero puñal en el alma de acá en adelante.
La pena es tan grande que atraviesa a millones. A los que lo queremos y a los que no. A los que lo cuestionaron toda la vida y a los que miraban para otro lado con tal de no juzgarlo. A los que se emocionaban ante cada frase histórica y a los que solo disfrutaban de sus imágenes vestido de jugador de fútbol. Porque Maradona es (sí, en presente) eso, un apellido que logró entrar en cada habitante de nuestro querido mundo.
El parche en el centro de la camiseta, Dalma y su marido emocionados en el palco, los jugadores aplaudiéndola, las banderas colgadas en las tribunas y la luz encendida en medio de una oscuridad enorme son muestras que reflejan que Pelusa, el pibe que se enamoró de Boca desde chico, siempre estará volviendo.
Faltan apenas algunas horas para que este traumático 2020 se vaya de una vez por todas. Es cierto que nos regaló la chance de ver a Boca campeón, y eso no es un dato menor, pero nos sacó muchísimo más de lo que imaginamos. Con el deseo de que en enero sigan pasando cosas buenas, y con la ilusión de que él pueda descansar en paz, levantemos la copa y brindemos. Más que nunca: ¡salud!