En esta oportunidad les presentaremos un escrito que refleja el sentimiento que genera el defensor en el hincha de Boca. Otra nota para la colección.
¿De qué está hecho Schiavi, que con sus casi 40 años sigue vistiendo la camiseta azul y oro? Podríamos aproximarnos a una posible respuesta a partir de su apellido: S de sacrificio, dio todo en cada pelota; C de coraje, volvió para ser nuevamente campeón; H de hombría, demostró valor y entereza en cada partido; I de incondicional, llegó a jugar con apendicitis; A de alegría, disfrutó cada momento al máximo; V de valentía, no se achicó ante ningún rival; I de ideal, es el estereotipo del 2 de Boca.
Si bien la caracterización parece pintarlo bastante bien de pies a cabeza al defensor, termina siendo limitada. A la hora de analizar a Schiavi debemos ir más allá de lo racional, de lo conocido, porque su vínculo con el Xeneize pasa por lo sentimental.
El amor del Flaco por los colores comenzó mucho antes de su debut en 2001, ante Roma. “Estoy orgulloso de que mi viejo me haya hecho hincha de Boca. Lo llevo muy adentro y no hay palabras para describir lo que siento”, expresó el zaguero a la salida de su último superclásico.
Ahí está la explicación. Schiavi jugó como hincha los 289 partidos que vistió la camiseta azul y oro (sí, los amistosos también). Por eso disputó cada pelota como si fuese la última, por eso permaneció en la cancha estando lesionado, por eso defendió el arco xeneize de los embates rivales como si fuese el tesoro más preciado. Con la camiseta tatuada desde chico, el Flaco lleva bien adentro ese sentimiento inexplicable que te hace dar todo y un poco más también.
Schiavi se va de Boca como él quiere y merece: por la puerta grande, querido e idolatrado por el pueblo xeneize. El hincha le estará eternamente agradecido. ¡Mucha suerte, Flaco!