El año recién empieza, pero cuando hablamos de Boca ya tenemos la primera certeza: Equi Fernández tiene que jugar. Esto no se trata de apurar los tiempos, de buscar un salvador de turno o simplemente de querer que lo individual prime por sobre lo colectivo. La cosa va por otro lado.
En los partidos de verano, en la Supercopa ante Racing y en la primera fecha contra Atlético Tucumán quedó comprado que cuando el número 21 entra, sus compañeros se sueltan y el Xeneize crece. Los procesos hay que respetarlos y las etapas no deben saltarse, sobre todo cuando se trata de juveniles como él, pero la realidad futbolística indica que tiene que estar en cancha.
Su paso por Tigre, en donde estuvo un año a préstamo, le permitió agarrar el rodaje necesario para volver al equipo de sus amores, vestirse otra vez de azul y amarillo, y demostrar todo su potencial. Ahora, llegó el momento de sostenerlo para que se afirme y cumpla el gran sueño de darle cosas importantes al club que lo formó. Cuando los buenos están adentro, todo es más fácil.