En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, cinco días a pura consagración con la obtención de la Copa Diego Armando Maradona a la cabeza.
Sí, festejamos. Y seguimos festejando.
Porque nos dolió mucho el traspié de la Copa Libertadores. Pero hubiese sido peor si no se ganaba el domingo. Si le dábamos de comer a los buitres que siempre huelen únicamente las heridas de Boca. Hubiese sido peor.
Pero nos repusimos. Sí, todo el mundo Boca lo hizo. Y festejó no solamente en San Juan, si no que comenzó a hacerlo con los chicos de Futsal y terminó ayer con las pibas que son orgullo. Por estos cinco días, por ser hinchas de Boca y por ser del Club de Maradona es que estamos festejando…
O juremos con gloria vivir
El domingo fue desahogo. Fue un grito que contenía vaya uno a saber cuántos otros. Cargado de bronca, de nervios, de estupor. Lo que pasó el miércoles pasado en Brasil fue un golpe duro, certero. Se nos aflojaron las piernas, como cuando un boxeador recibe una piña de knock out. Empezamos a tambalear, pero más por el pasado cercano que por historia. Más por aquellos que nos prepararon de mala manera, en este tiempo, que por la historia de Boca donde se muerde el polvo y se vuelva.
El domingo fue todo emotivo desde el principio. Una continuación de lo que comenzó el 29 de noviembre con el partido vs Newell’s, con Dalma llorando a su padre y recibiendo ahí – en ese lugar al que todos mirábamos cada vez que estábamos en la cancha, para estar acompañados de D10S– el llanto de todos nosotros. Todo comenzó cuatro días antes, cuando nos dimos cuenta de que Diego sí podía irse físicamente.
El parche en el medio del pecho enfocado una y mil veces, se convirtió en el puñal que tenemos un poco más abajo y a la izquierda. Ahí donde la vida bombea sensaciones, donde el corazón nos da fuerza para vivir. Ahí, o en eso, que Diego siempre puso por delante y que nos obliga a seguir. Porque él mismo decía: “Todas las tácticas que quieran, pero siempre para adelante: para atrás, nunca”.
Con esa máxima maradoniana se jugó el domingo. Con poca táctica, con mucho nervio y con todo el corazón en la mano, de la mitad más uno. Sabemos que sin sufrir no se goza, pero a veces para gozar se sufre demasiado. Y más si nos quedamos con la ñata frente a la final que más queríamos jugar, pero esta había que ganarla como fuese. El equipo de Russo se debía contagiar del de Futsal, que unos días atrás sufrió en los penales porque le empataron faltando segundos para el final. Pero a lo Boca festejaron y nos dieron la máxima más bostera (y también maradoniana) de todas: O juremos con gloria vivir.
Entonces Cardona se vistió de Maradona y lo homenajeó de la mejor manera. Tévez sonrió como en las mejores épocas del eterno capitán. El travesaño que le negó la conversión a Banfield fue el chiste de que Diego estaba por ahí. El 10 iluminado en la tribuna nos hizo saber que no era tal chiste. El desahogo del último penal fue el viaje instantáneo al palco de él. A ese que ahora está vacío pero lleno de historias. Su alma, seguro estaba festejando, tranquila por una vez, sola en La Bombonera. Y agradecida por saber que esa Copa debía estar en casa y se quedaba ahí.
Gladiadoras y maradonianas
Es martes 19 de enero. La máxima bostera y maradoniana se respira en los vestuarios del Amalfitani. Es que las Gladiadoras -apodo maradoniano si los hay- están por jugar la final del primer torneo profesional femenino de fútbol frente a River. Sí, ellas que sufrieron por doble el parate del fútbol por Covid. Porque jugar al fútbol en Argentina cuesta, pero mucho más si sos mujer.
El partido fue un baile. Fue una dominación absoluta de principio a fin. El 7 a 0 fue lapidario, para coronar a Boca y que sea el primer club en que un equipo femenino festeja a nivel profesional. Los hombres hicieron historia en 1931. Noventa años más tarde les toca a ellas. Ellas que se suman a la lista de mujeres que ganaron 25 títulos para Boca, pero sobre todo a las que lucharon para que esto sea una realidad.
El festejo es interminable. Porque tiene muchas historias detrás, llámense Clarisa Huber, Lorena Benítez, Fabiana Vallejos, Andrea Ojeda, Yamila Rodríguez o Florencia Quiñones. Porque llegaron y campeonaron, pero también como dijo Mónica Santino, referente de fútbol femenino, cuando falleció Maradona: “Hay muchas de las luchas de las mujeres que tienen que ver con Diego: pararse frente a los poderes y privilegios, discutirlos cara a cara y tomar lo que es propio”. Y como escribí hace dos meses: “Hay mucha actitud maradoniana en las luchas de las mujeres y debe haber habido mucha fuerza femenina en sus luchas, con Doña Tota en el aura”.
Yamila Rodríguez lo mostró cuando le agradeció a D10S, llorando en el medio del césped con una foto de ella en un mural de Diego. Ella y el resto del plantel en medio de los festejos aconsejaron a todas las mujeres que quieran jugar y que lo hagan con el corazón a que se animen a cumplir su sueño. Como ese pibe que quiso jugar un Mundial y ganarlo. Como este plantel que quería ser profesional y lo logró. Como el pueblo bostero, que le debe muchísimo a las mujeres históricamente y ahora las festeja, con una final histórica.
Se lo dedicamos a Diego
Entonces Boca festeja. Y sí que festeja. En el nombre de Diego. Porque en Diego Armando hay mucho de Boca Juniors, pero en Boca también hay muchísimo de Maradona.
Porque estuvo en cada uno de los últimos logros. Indirectamente en los de estos días. Directamente en el de marzo, teniendo la mejor despedida cuando fue ovacionado por su gente, antes de verla feliz y dentro de una cancha, antes de que el mundo cambiara para siempre. No sólo por la pandemia, si no por no tenerlo más ÉL.
Entonces festejamos. Porque Diego está en todos lados, en cada festejo y en cada paso que se dé con la azul y oro en la piel. Porque se le hace honor a eso de ir al frente. Porque no se pudo ganar todo lo que se jugó, pero sí la Copa que lleva su nombre.
Porque Boca estaba tirado, como muchas veces Maradona y recibiendo patadas. Quienes pateaban querían seguir haciéndolo y con más saña. Porque nos dolió perder como se perdió contra Santos, pero había que hacerle frente a todo aquel que no es santo de nuestra devoción. Un periodismo que se frota las manos cada vez que a Boca le va mal y critica a quienes hacían lo mismo con Diego. Casi periodistas de espectáculos, que se mueren de envidia cuando el espectáculo lo da Boca. Y cuando no, hacen todo para remarcarlo. Porque parece que ser el único Club que ganó cosas en este año calendario no sirve. Porque prefieren priorizar lo que supuestamente le gusta a la gente por sobre los logros del Club de la mayoría de la gente.
Porque les molesta que gane Boca y el pueblo festeje. Por eso siempre pasará algo. Por ejemplo, que la Copa Maradona no es importante, mientras juegan con todos los titulares. ¿Cómo no va a ser importante la primera Copa que lleva su nombre? Es faltarle el respeto a Maradona y al fútbol. Porque Maradona y el fútbol son una sola cosa.
Por eso les gustaba fantasear con que Boca no hiciera pie en la final contra Banfield. Pero se repuso, como Maradona, y le hizo frente, como Diego cada vez que tropezó. Se levantó unas pocas horas antes de que un temblor sacudiese a San Juan y otras provincias. Para evitar que el temblor de Brasil fuese más profundo. Para lograr justicia poética: la Copa con su nombre debía tener la chapa de campeón de Boca. Porque tanto Maradona como Boca logran eso: generar y frenar temblores. Lo primero cuando son positivos, lo segundo cuando no lo son.
Porque Boca es renacer de las cenizas, como el Diego. Es lograr que el Real Madrid se estampé contra el palo, con un amague de gloria, como lo hizo él en su paso por el Barcelona. Es la rebeldía que faltó en Brasil, pero la que agarraron las pibas desde hace años. Boca es la sed de revancha por la que vamos a seguir estando ahí, alentando, en la cancha o en las casas. Pero que siempre vamos a estar ahí, pese a todo, pase lo que pase. porque este amor nunca desciende y porque no nos importa lo que digan, cualquiera de los periodistas… A Boca y a Diego se lo alienta hasta la muerte, que es lo mismo a decir día a día. Porque Boca no se morirá jamás. Maradona tampoco.
Es la luz en medio del oscurantismo, como el zapatazo de Cardona cuando no se vislumbraba nada, pegados a la Cordillera. O cuando Kimberley te empata al final. O cuando las pibas no pueden festejar antes por una pandemia.
Diego y Boca sueñan lo mismo. Porque son lo mismo. Porque la esperanza, la ilusión y la magia para nosotros son redondas. Ya nos caerán justas para clavarla al ángulo y sonreír de manera gigante.
Boca y Diego tienen mucho en común. Porque Boca, el ÚNICO GRANDE, nunca se fue. Diego tampoco. No se puede hablar de pasado, por más que los de siempre quieran vernos en el suelo. No pudieron contra Maradona, tampoco con el Club de la Ribera. Porque siempre somos presente y estamos viajando hacia la gloria. Como ÉL.