Los destellos individuales de Palermo y Chávez salvaron a Boca, que sigue estando en deuda respecto al rendimiento colectivo. Tarea para el hogar, Julio…
En el triunfo de la última fecha ante Newell´s, el conjunto Xeneize había mostrado su mejor faceta futbolística en este Clausura, sin Juan Román Riquelme en cancha.
La diferencia en el marcador (1-0) resultó mentirosa ya que los dirigidos por Julio César Falcioni habían sido ampliamente superiores a los rosarinos y habían creado numerosas situaciones de gol, convirtiendo a Sebastián Peratta en figura. Aunque el rival venía pasando por un momento complicado, el panorama resultaba alentador.
Todo lo bueno realizado en la jornada pasada, se desmoronó ante Quilmes. Si bien en los primeros minutos hubo algunos intentos esporádicos de tratar bien a la pelota, después del infortunio de Matías Caruzzo, que derivó en el gol del cervecero, aparecieron signos de nerviosismo.
El segundo tanto de Danilo Gerlo fue el golpe de gracia y puso nuevamente en evidencia las fragilidades en las pelotas aéreas que caen en las inmediaciones del arco Xeneize.
Los defensores, que no dan ningún tipo de garantías, y la actuación de Cristian Lucchetti, que alternó buenas y malas, generan intranquilidad a todo el equipo. Cada ataque rival es un sufrimiento.
Ante la adversidad, a Boca no se le cayó ni una idea. Walter Erviti, más preocupado por la marca que por el juego, no se asoció con Cristian Chávez, que fue el más desequilibrante y debió abusar de las acciones individuales para intentar inquietar a Emanuel Trípodi.
Cuando todo parecía derrumbarse, apareció Martín Palermo, aquel héroe azul y oro que está tocado por una varita del más allá. Sacó un zurdazo excepcional y resucitó a un equipo que ya tenía la mente en el choque ante Banfield.
Cuatro minutos más tarde, el “Pochi” hizo una gran jugada y la terminó aún mejor con un derechazo letal. En un abrir y cerrar de ojos, con dos goles de otro partido, el Xeneize se puso en ruta.
En ese momento, todo indicaba que el tercer tanto de Boca estaba al caer, pero volvió a traicionarlo la poca claridad a la hora de tener el balón en los pies. Tuvo varios contraataques, pero estos estuvieron mal manejados y, nuevamente, la más clara la tuvo Chávez desde media distancia.
El elenco de Falcioni se llevó un punto del Sur y hasta pudo ganarlo, pero no por haber mostrado un gran volumen futbolístico sino por dos genialidades que Palermo y Chávez sacaron de la galera.
La materia pendiente, claro está, es el juego colectivo. Aún quedan dos exámenes más en este Clausura, ante Banfield y Gimnasia. ¿Podrá el equipo obtener ese plus que genera un buen desempeño colectivo?
Hasta el momento, el elenco azul y oro no es más que la adición de once voluntades. Hoy, el todo no es más que la suma de las partes…