Una curiosa historia del Sapo, horas previas a la final del mundo. ¡Conocela!
Julio Marchant sabía lo que iba a pasar en aquella fría noche (madrugada para los argentinos) en Tokio, Japón. Algo en su interior le decía que todo iba a salir bien, que nada podía fallar. El Sapo no pudo guardar el secreto y horas previas a la final con el Real Madrid le dejó este mensaje a Battaglia:
“Cuando íbamos rumbo al estadio, el traductor llevaba un marcador indeleble para que firmemos una camiseta de un familiar. Le dije a Seba: vamos a poner en el respaldo del asiento de adelante que vamos a ganar 2 a 1. Agarramos el fibrón y lo escribimos. Después del partido, el resultado se da. Siempre la recordamos. Los compañeros nos cargaban y pedían que adivinemos más cosas. El que acertó el resultado fui yo. Todo quedó entre nosotros, no lo contamos hasta terminar la final. Pasó alguno, no recuerdo quién, lo vio y dijo: ‘ah bueno, mira, 2-1 ganamos, listo, como sobrando la situación'”.
Sin dudas, una de las historias más particulares de aquel 28 de noviembre de 2000, la fecha en que el Xeneize alcanzó la gloria ante uno de los equipos más poderosos del Planeta Tierra. Sobraba mística, sobraba fe, pero sobre todo, sobraba ilusión…